El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

292 El tejido de la memoria Fui muy afortunado. No estuve preso, no fui torturado ni fui exiliado durante esos aciagos años de la dictadura. Tuve la fortuna también de haber tenido estas experiencias y haber conocido e inte- ractuado con nobles, valiosos y valientes seres humanos. ¡En medio de tanta inhumanidad! Como señalara anteriormente, fui muy afortunado también porque destacados académicos de la Universidad aceptaron y me apoyaron en una carrera muy diferente de la tradicional. Una opción crítica de las bases filosóficas de la ciencia y de los criterios de eva- luación del quehacer académico. Una opción que desafiaba también la primacía de la investigación y la profesionalización por sobre la formación de ciudadanos democráticos, solidarios, íntegros, com- prometidos férreamente con impactar positivamente en el medio en que les tocaría desenvolverse. Fueron varios. Pero tres jugaron un rol determinante en ha- ber podido hacer esta opción académica. Mis agradecimientos a Andrés Weintraub, un académico de prestigio internacional, que solía defender mi postura diciendo “Carlos nos hace volar”. Mis agradecimientos a Francisco Brieva, decano por tres pe- ríodos, que se encargó de defender mi derecho a seguir un camino alternativo, apoyando mis apelaciones a las evaluaciones de primera instancia por parte de los comités académicos a cargo de ellas. Finalmente, mi homenaje y mis agradecimientos a Rosa Devés, nuestra actual Rectora, a quien conocí y empecé a admi- rar cuando se desempeñaba como presidenta de la Asociación Universitaria y Cultural Andrés Bello, en los años 80. Evidenciando su irrestricto respeto y valoración de la diversidad en todos los ámbi- tos, fue determinante en que yo pudiera seguir un camino académi- co alternativo, en los momentos más complejos del mismo. Aun en períodos trágicos hay personas abiertas de mente y corazón a la diversidad, intransigentes en la defensa de los principios

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