El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
287 50 años del golpe de Estado en Chile comprensible– cuando se trata de interpretar atrocidades como las cometidas durante la dictadura, muy en especial para quienes sufrie- ron en carne propia o la de sus seres queridos esas atrocidades. Fui afortunado por contar con el apoyo de las personas a quienes agradezco. Fui afortunado también porque hice mi oposi- ción a la dictadura desde un lugar muy especial. Un centro académi- co de excelencia, no solo por la calidad de su docencia, investigación y extensión, sino también por la valoración, defensa y promoción de los grandes principios y valores de la humanidad: los derechos humanos, la democracia, la justicia, la libertad, la igualdad, la di- versidad y la solidaridad. Ello hizo una enorme diferencia en lo que refiere a la capacidad de los miembros de los tres estamentos acadé- micos que estaban por hacerlo –que fueron muchas y muchos– para trabajar unidos contra la dictadura. Académicos, administrativos y estudiantes de todos los colores políticos se unían para ello, en par- ticular, cuando se intentaba vulnerar el derecho a disentir y mani- festarse públicamente contra el régimen. Me atrevo a sostener que la dictadura nunca se instaló sino muy feblemente y por períodos breves en la rebelde Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile. Ayudaba a ello, me explicó el decano Anguita, en aquella ocasión y en conversaciones posteriores, que destacados académicos de la Facultad habían sido y eran profesores muy valorados de la Academia Politécnica Militar. El respeto militar por la autoridad y el reconocimiento a sus buenos profesores hacía, según él, que escu- charan con especial atención y respetaran las visiones y posiciones del cuerpo académico de la Facultad. Esa fue, estimo yo, la principal razón por la cual pude dedicarme a la política, abierta y públicamen- te, sin pagar los costos que otras y otros pagaron. Sí. Fui de los afortunados que no sufrió en carne propia la dictadura. Pero sí tuve miedo. En algunos momentos, mucho miedo. El miedo fue angustia cuando el entonces decano Anguita me informó de esa muy mala noticia. Me tranquilizó, asegurándo-
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