El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

281 50 años del golpe de Estado en Chile amedrentamiento, a pesar de su omnipresencia logré cruzarlo hasta llegar al lugar de mi trabajo habitual. Varios trabajadores salieron a advertirme que “hay golpe de Estado”, parecían muy preocupados, pero con el ánimo altivo para luchar contra la gran hazaña traidora a la patria. El sindicato encabezado por el viejo Gallardo convocó a una asamblea general. La mayoría de los trabajadores lanzó su voz obrera al viento con encendidos discursos en defensa del gobier- no popular y revolucionario del presidente Allende que garantizaba derechos sociales, económicos y políticos a la clase trabajadora. Se tomó la decisión de continuar trabajando con normalidad en nues- tra empresa intervenida fabricando los paneles de madera para la construcción de casas de 45 m2, esperando instrucciones de la CUT y de los partidos de la Unidad Popular. Nos quedamos en la fábrica día y noche, presintiendo que los perros guardianes de los podero- sos se dejarían caer en cualquier momento sin ninguna compasión sobre nosotros. El trabajo cumplido durante largo tiempo con fer- vor y compromiso revolucionario no lo podrían detener los cobardes traidores a la patria así nomás, no aceptaríamos que las ventajas sociales se volvieran ceniza y polvareda, tampoco aceptaríamos que la historia se repitiera una vez más como siempre lo ha hecho, aplas- tando al pueblo trabajador indefenso, que gana su vida con el sudor de su frente y sus limpias manos. Se podía leer la amargura y la tristeza que embargaba a cada trabajador en su rostro. Las máqui- nas siguieron trabajando a todo motor, el aserradero instalado en la entrada principal siguió trizando madera hasta convertirla en tablas aptas para la construcción de casas y otros trabajadores elaborando puertas y ventanas. La radio nos informaba que la caza de brujas arrojaba sus primeras víctimas asesinando en total impunidad a di- rigentes sociales, políticos y sindicales por el solo hecho de llevar en sus venas la ideología de la izquierda. Los trabajadores asalariados fueron la columna vertebral del gobierno del presidente Allende que siempre los tuvo presentes en sus discursos buscando soluciones

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