El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

261 50 años del golpe de Estado en Chile quienes ostentan armas pueden llegar a utilizarlas con descriterio y crueldad. Cuando este vecino se acercó a mi, no fue para inculcarme las “perversas ideas del comunismo”, sino simplemente para ense- ñarme ajedrez y, de paso, recuerdo que me facilito un libro que aún tengo en la memoria, escrito por un hindú sobre las matemáticas, "El hombre que calculaba", de Malba Tahan. Poco tiempo después, nos cambiamos de casa, por lo que lo veía muy esporádicamente, y luego nos trasladamos hacia San Pedro. Deje, entonces, de tener contacto con él y con sus hijos. Cuando falleció, supe que una multitud coronelina se congregó para despedirlo. El acto constituyó un sentido homenaje a un hombre cuya consecuencia y lealtad con su pueblo fue innegable, no solo a través de una ejemplar militancia partidaria en toda su vida, sino que con el barrio que nunca abandonó, pudiendo hacerlo, porque sus hijos mejoraron en forma importante su nivel de vida. Una de sus nietas manifestó, no sin razón, que era uno “de los imprescindibles” y, en este relato/recuerdo/homenaje, yo agrego que “murió como vivió”. Jamás se le vio aprovechar algún beneficio, nunca tuvo pretensión por lo suntuoso, y siempre apoyo las causas nobles y desinteresadas. En mi caso, no supe valorar de mejor modo y oportunamente su amistad, y tampoco la mantuve, de lo cual me arrepiento enor- memente. ¡Cuánto me pudo haber enseñado! ¡Cuántas historias me pudo haber contado, de primera fuente, de mi localidad!, aquel pue- blo en donde nací y crecí, que era y sigue siendo una zona de pobreza descarnada, forjada al alero de las luchas de clase tras un sueño que aún está pendiente. Él pudo ser el carpintero anarquista Juan Demarchi, quien dio sus primeras lecciones a Salvador Allende cuando este era solo

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