El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

253 50 años del golpe de Estado en Chile Mentalmente calculaba que el número de efectivos fácilmente nos superaba en cuatro o cinco veces. En un momento miré hacia los edificios vecinos. No se veía a nadie en los balcones y todas las persianas de las ventanas estaban cerradas. Pero en una segunda mirada aprecié pequeñas aberturas entre las persianas, lo que indicaba que todas las familias estaban a escondidas observando lo que ocurría. Me sentí un poco ridículo, porque yo era el último de la fila y el más expuesto, ya que el resto de mis compañeros estaban parcialmente cubiertos de las miradas por los árboles de la calle. Me imaginaba que un par de niñas que conocía estaban observando la escena, y ese sentimiento de ridículo fue por momentos mi mayor preocupación. Un oficial de mayor graduación, posiblemente comandante o coronel, se paró adelante y nos habló por un rato con voz muy enér- gica y marcial, mencionando atentados contra uniformados en otros recintos universitarios y justificando así la intervención en nuestro pensionado. En un momento dado preguntó quiénes de nosotros éramos partidarios de la Unidad Popular y tres alzaron la mano, entre ellos Ricardo Belmar, militante de un partido de izquierda y presidente de nuestra comunidad. A partir de ese momento se produjo un diálogo muy surrealista, con el oficial preguntando por las motivaciones del interpelado y Ricardo respondiendo respetuosamente, sentado en la calle con las manos en la nuca. “Pero cabro, ¿cómo es posible que defiendas a un gobierno que nos ha llevado a tal descalabro? …. “, “Sí, sí, es verdad, pero lo que nosotros pretendíamos era …..”, y así. Sentí mucha admiración por él y por los otros dos que se atrevieron a levantar la mano, y justifiqué a los que no lo hicieron. Ricardo tenía mucho liderazgo, era muy simpático, se relacionaba bien con todo el mundo y era bien conocido en la escuela porque en las semanas mechonas siempre ganaba la competencia de velo- cidad al beber dos cervezas simultáneas en menos de seis segundos, un récord imposible siquiera de amenazar por ninguno de los otros

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