El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

248 El tejido de la memoria Antes del mediodía de ese martes nos enteramos por la te- levisión que la Junta de Gobierno había decidido bombardear La Moneda y rápidamente todos subimos al techo de la casona por la posibilidad de poder ver algo. Afortunadamente para nuestras pre- tensiones, teníamos visión directa de la casa de gobierno, aproxi- madamente a un kilómetro de distancia en línea recta, sin que la obstruyera ninguno de los edificios altos del centro de Santiago. Aviones de guerra empezaron a sobrevolar el centro de Santiago como un acto de intimidación o de puesta en escena de lo que vendría. Continuaron un tiempo volando en círculos y luego se dirigieron al norte, posiblemente a sectores de Independencia o Recoleta. Desde allí uno de los aviones inició un movimiento recto y en picada hacia el centro de Santiago, acelerando con los motores rugiendo a toda potencia y a los pocos segundos, aun desde una distancia considerable, soltó algo de su vientre que a la distancia nosotros apreciamos como una leve alteración de la atmósfera, del aire cercano al aparato, seguido de un cambio brusco de dirección del avión, hacia arriba, alejándose de su objetivo. Después vimos una gran columna de polvo elevándose des- de La Moneda, hecho que al comienzo me produjo cierta confusión porque parecía totalmente desconectado de la secuencia anterior. Y a los pocos segundos escuchamos el sonido atronador de la explosión. Durante media hora otros aviones repitieron la misma ru- tina hasta que La Moneda terminó envuelta en una gran nube de polvo y humo, con destellos de llamas apenas visibles desde nuestra distancia. Y luego el ataque cesó. Era sobrecogedor, impactante, una escena no imaginada, como estar soñando o viendo una película de guerra. Nadie hablaba y solo se escuchaban expresiones de asombro y perplejidad de los que observábamos desde esa terraza como testigos privilegiados de la tragedia y del fin de una era. Los estudiantes simpatizantes del go-