El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

247 50 años del golpe de Estado en Chile Cuando en la universidad había huelgas y paros, muy pocos residentes del pensionado asistíamos a las actividades políticas re- lacionadas con esos movimientos. La mayoría aprovechábamos de jugar baby-fútbol en una cancha cercana, nos dedicábamos a ver tele- visión o simplemente al ocio. Tampoco nos esforzábamos demasiado con el abastecimiento de alimentos y bienes esenciales para nuestra comunidad, que siempre escaseaban en esa época, porque la univer- sidad nos apoyaba y nos aseguraba ciertas cuotas mínimas de lo más crítico. Solo algunos fumadores se dedicaban esos días a “perseguir” camiones de cigarrillos hasta los negocios donde estos se detenían, para ponerse en la cola que rápidamente se formaba. A primera hora de la mañana del martes 11 la situación era muy confusa. Había noticias alarmantes en todas las radios que da- ban a entender que esta vez la intervención militar era una posibili- dad muy real y seria. Durante el desayuno todos estábamos inquie- tos y especulábamos sobre lo que debíamos hacer en las próximas horas o días. Obviamente, nadie sabía muy bien lo que significaba un golpe de Estado ni sus implicancias para nuestras vidas cotidia- nas, y discutíamos acerca de las posibilidades y consecuencias para el futuro inmediato. Muchos estaban muy preocupados y decididos a salir de Santiago lo antes posible ese mismo día, viajando en tren o bus has- ta sus respectivas ciudades de origen. Pero unos pocos creíamos que la cosa no iría demasiado lejos y que deberíamos seguir asistien- do normalmente a la escuela. Yo mismo prefería quedarme, porque pensaba que las clases se reanudarían pronto, quizás en un par de días, y no veía motivos para viajar a la casa de mis padres en Parral. Lo mismo pensaba mi amigo Fernando, de ascendencia alemana, que vivía en un pueblo cercano a Temuco. Y es así como a media mañana del 11 solo dieciséis estu- diantes, partidarios y opositores de gobierno más o menos en iguales proporciones, decidimos quedarnos en Santiago y permanecer en el pensionado.

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