El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
239 50 años del golpe de Estado en Chile en un departamento junto con dos de sus hermanos. En este de- partamento estudiaba con frecuencia, feliz de la vida bajo la guía de Carlos, quien era muy estructurado y organizado. Fue un gran apoyo. En Coquimbo las fiestas patrias se extendían más allá del 19 de septiembre, y se celebraban en la Pampilla, un sector despo- blado que por esos días se engalanaba por sobre su tierra pedregosa, donde se instalaba una carpa gigante rodeada de ramadas. Mientras caminaba junto con Carlos y sus amigos en medio de la gente, por esas casualidades de la vida, me encuentro con Kako Latorre, quien también andaba por esos lados, acompañando a niñas de un curso proveniente de un liceo de Viña del Mar en gira de estudios. Entre ellas venía Cielo Cruzat, de quien me enamoré a primera vista. Para la elección de 1970 mi candidato natural fue Tomic. Las dos primeras mayorías fueron alcanzadas por Allende y Alessandri, con ventaja para el primero, quedando Tomic relegado al tercer lugar. En esos años no existía la segunda vuelta, y de no obtener mayoría absoluta ningún candidato, el Congreso Nacional estaba llamado a optar por una de las dos primeras mayorías. La tradición señalaba que el Congreso siempre escogía a quien había obtenido la prime- ra mayoría. Sin embargo, en esta oportunidad la derecha que había respaldado a quien saliera segundo, se movilizó fuertemente, presio- nando a la bancada democratacristiana por la vía de tentarla con un cambalache: Alessandri renunciaría una vez asumida la presiden- cia para llamar a nuevas elecciones a las cuales podía presentarse el presidente saliente, Frei Montalva. Todo esto, para impedir que se escogiera a quien había obtenido la primera mayoría: Salvador Allende, desconociendo sus credenciales democráticas en virtud de sus fuertes convicciones marxistas. En los días previos a la trascendental decisión que debía adoptar el Congreso Nacional, un comando de ultraderecha, con participación de civiles y militares, resuelve secuestrar al general Schneider, comandante en jefe del Ejército, quien había explicitado que las FF.AA respetarían lo que resolvieran las instancias políticas
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=