El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
238 El tejido de la memoria sortearlo. Había asignaturas que me gustaban y otras que no. Estas últimas me resistía a estudiarlas, pero estaba condenado a estudiar- las, al menos para poder aprobarlas. Eran tiempos bravos, bullentes, de amplia participación po- lítica, con una derecha replegada y que miraba con desconfianza el gobierno de Frei Montalva, a pesar de haber contribuido con sus votos a su triunfo en1964 para evitar que el candidato del entonces Frente de Acción Popular (FRAP), Salvador Allende, se alzara con la victoria. Acercándonos a la elección presidencial de 1970, que se- ría a tres bandas –la izquierda representada por Salvador Allende con el respaldo de la Unidad Popular (UP); la Democracia Cristiana (DC) representada por Radomiro Tomic; y la derecha cuyo candidato era Jorge Alessandri– los debates entre los distintos grupos políticos existentes al interior de la Escuela se intensificaron. La Escuela tiene el privilegio de recibir y escuchar a los candidatos en su hall central. Eran tiempos de Enrique D’Etigny y Joaquín Cordua, como decano de Facultad y director de Escuela, respectivamente. En 1967 fue la reforma universitaria, nuestro bautizo en ma- teria de participación estudiantil y cuyos frutos más visibles fueron la flexibilidad curricular, la transformación de programas de estudios anuales en semestrales, y la elección de autoridades en la Facultad, tanto unipersonales como colegiadas. Esto representó un significa- tivo avance en términos de flexibilización curricular y de participa- ción, que persiste hasta el día de hoy. Consecuencias que persisten hasta nuestros días con excepción del período de la dictadura, en el que se clausuró toda elección y donde las universidades fueron intervenidas vía rectores delegados militares y sus cómplices civiles pasivos. En el verano de 1969 realizo mi primera práctica en la em- presa Fanaloza, localizada en Penco y para las fiestas patrias del mis- mo año fui a Coquimbo invitado por uno de mis mejores amigos de esos años, Carlos Barceló, oriundo de allá, y quien vivía en Santiago
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