El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

236 El tejido de la memoria la mano de Sergio Onofre Jarpa. También me tocó compartir cursos con Hernán Büchi, entonces en formato hippie, siempre en yunta con Rolf Behnke. Hernán, de excepcional inteligencia, lograba las mejores calificaciones sin pestañear siquiera. Por esos años parecía ser más de izquierda que de derecha. No dejó de sorprenderme verle en tiempos del innombrable, desde los primeros años de la dictadu- ra, en altos cargos de sucesivos organismos públicos antes de acceder a ministro y, en las postrimerías de la dictadura, como candidato presidencial. Era el clásico anti candidato, poco dado a someterse al escrutinio popular. Los pasillos de la Escuela amplios, imponentes, en cuyas paredes estaban los paneles donde se publicaban horarios, califica- ciones y noticias de interés estudiantil, eran los vehículos de comu- nicación en tiempos de las tablas Larsen, de las reglas de cálculo, de los tableros de dibujo, de las máquinas ditto o roneo, de las primeras calculadoras Texas Instruments. Tiempos sin celulares ni fotocopia- doras, sin internet. En estos pasillos las conversaciones, las discusiones, las ren- cillas políticas, eran el espacio natural, donde unos se detenían para ver, escuchar e intervenir, mientras otros seguían indiferentes su ca- mino. Algunos, en tiempos electorales, portaban banderas partida- rias. No pocas veces, embrujado por las discusiones que tenían lugar, me sumaba a ellas, llegando atrasado a clases, si es que llegaba. Lo mismo me ocurría cuando en algún espacio de tiempo entre clases, me incorporaba a jugar unas pichangas de fútbol o baloncesto en la cancha que asumo persiste hasta el día de hoy, la cancha flanqueada por los edificios de Física, que daba a Blanco Encalada, y de Química hacia el lado del entonces parque Cousiño, que posteriormente pasó a denominarse parque O´Higgins. Luego del ciclo común de los dos primeros años, debía esco- ger la especialidad a seguir. Opté por Ingeniería en matemáticas sin sospechar siquiera en la abstracción en que me sumergiría. Perdí un