El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

232 El tejido de la memoria Para romper el hielo, los funcionarios empezaron a desplegar planos de las casas que se proponía construir, pensando ahí, impac- tar a la audiencia. Eran bungalows nuevecitos, con terrenos privados para sus huertas y animales, dijeron. El plano mostraba casas de tres dormitorios, el matrimonial, el de los hijos hombres, el de las hijas mujeres, además un living- comedor, una cocina, un baño completo; ducha, wc, lavatorio. Los señores de la Cora no alcanzaron a terminar cuando los mayores empezaron a retirarse mudos y taciturnos. Poniéndose los sombre- ros que habían mantenido en sus manos durante toda la reunión, alejándose en medio de la oscuridad, manta al hombro. Francisca, sintiendo que todo iba mal, pues ella era incapaz de cumplir con su deber, se apresuró a acercarse a los de la Cora para sugerirles que se retiraran y volvieran otro día. Cuando se montaron en su camioneta doble cabina, el Lito apurado por Francisca empezó a gritarle a los inquilinos que volvieran, algunos seguían mascullan- do mientras caminaban cabeza gacha, pero volvieron al galpón. Ahí ocurrió un milagro breve, el de la conversación, a la cual ellos no eran muy asiduos. En medio de la cháchara desordenada, don José Aparicio Fuentes Robles, de rasgos finos, cejas espesas y de profundas arrugas que sugerían que podía tener más de sesenta años –pero que tal vez sólo tenía cincuenta–, se levantó con su sombrero en las manos, pidió la palabra. –Compañera, usted será compañera, pero también es señori- ta, usted nos podrá comprender. Esa frase, que mostraba entre cariño y respeto, jamás sería olvidada por Francisca, ella recordaría por siempre a ese hombre tí- mido, hosco endurecido y caballeroso al fin. Don José prosiguió: –Porque ninguna señorita querrá vivir cerca de todos estos otros huasos brutos, ninguna señorita querrá que la madre se pase el día dale que dale cotorreando con las vecinas y menos lo quiere el marido, porque hablarán de todo, de nosotros, ese cotorreo no para-

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=