El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
231 50 años del golpe de Estado en Chile Un día encontró a Margarita, una de las vecinas más cer- canas –casada con Manuel–, escondida entre las moras, era linda, fuerte, pecosa y de nariz respingada, podría decirse que tenía los ojos verdes si hubiera sonreído, pero se veían grises ese día. Cuando ella llegó, la vio, estaba toda moreteada, rasguñada por las moras, salien- do a hurtadillas, preguntando si Manuel ya se había ido a trabajar. Entonces Margarita solo se dedicó a ordenar su casa, los muebles botados, la comida en el suelo; –pobre-, decía –pobre, ayer llegó tan mal, el vino lo vuelve loco, no sabe quién es. De ella no dijo nada, por más que Francisca le preguntara si estaba bien, diligente ofreció un té mientras se limpiaba las manos, la cara y las piernas more- teadas con un paño mojado. Francisca se fue con la convicción de que su trabajo tomaría tiempo, había descubierto un nuevo tema, lo plantearía en la reunión del partido. A la asamblea convocada por la Cora, habían venido a des- gano muchos de los mayores, y con mayor entusiasmo los jóvenes. Empezó después de las siete de la tarde, luego de la jornada laboral, los más viejos estaban cansados, malhumorados. Los funcionarios de la Cora se habían esmerado, traían car- tillas de educación popular, habían colgado un cartel que decía “la tierra es para el que la trabaja”. Desplegaron los papelógrafos con planos marcados con muchos colores que mostraban la población de bungalows que se construiría para todos ellos, de manera que pu- dieran tener luz eléctrica, alcantarillado, agua potable y hasta alum- brado público. Luego de un breve discurso motivacional, explicaron que de- bido a la dispersión de las viviendas actuales era imposible moder- nizar su modo de vida. Se escucharon murmullos de desaprobación. –¿Qué es eso de modernizar? Susurraban entre ellos. El Lito, más joven y espabilado, apoyó la propuesta de la Cora, celebró que los jóvenes podrían reunirse por las noches, más murmullos de desaprobación. La gente de la Cora preguntaba qué ocurría, silencio sepulcral.
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