El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
229 50 años del golpe de Estado en Chile tierra es para el que la trabaja. Algunos de los jóvenes, se mostraban interesados en todas esas ideas, sin embargo, tan lejanas. Francisca no olvidaría jamás, a lo largo de toda su vida, que al ir todos juntos a una marcha a la ciudad ellos gritaban “Casiano Vergara el pueblo se prepara”, en lugar de las consignas de los que iban adelante, la van- guardia que gritaba “Luciano, Guevara el pueblo se prepara”. Nada sabían ellos de la revolución cubana, o de Luciano, o Miguel. Al cabo de unas semanas, algunos inquilinos la autorizaron para conversar con sus esposas, aún con cierto recelo. “Una mujer de la ciudad debe ser peligrosa hablando con nuestras mujeres”, pensa- ba Francisca que decían, al verlos susurrar entre ellos. Ella, militante obediente y aplicada, se había instalado a vivir en la casa de uno de ellos ubicada cerca de la carretera. La vivien- da donde la habían ubicado era de vulcanita, más nueva y cómoda que las que vería más adelante, y cosa rara, tenía suficientes piezas para todos. Como todas las casas en el campo, vería unos inmensos muebles tal vez regalados por los patrones, o comprados en muchas cuotas o hechizos, como era el caso de su propia cama. Cuando en- tró en su nuevo hogar, quedó impresionada por un cuadro con marco brillante, con una foto del día del matrimonio de los dueños de casa, ambos fotografiados desde el torso hacia arriba, con intensos ojos azules, ropas celestes; terno y vestido celeste. No tardó en entender que ese cuadro que se encontraba presidiendo prácticamente todas las casas, era una maqueta tras la cual posaba el matrimonio, ade- más el fotógrafo se daba el trabajo de colorear los ojos de un azul intenso. La pieza que le dieron le acomodó tenía una amplia venta- na, estaba pintada blanca, pero por la noche entraban por algunos intersticios unos gusanos rosados alados que se posaban por todas partes, que se especializaban en entrar en los oídos, la habían preve- nido, y ella aterrada dormía con gorro, debajo de las sábanas. Otro de sus temores era salir a la letrina en las noches, y era caerse en el
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