El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

223 50 años del golpe de Estado en Chile sodio cómico en ese momento de terror. Ellos, los hombres armados, llevaron a las niñas a mi pieza, y mostrándole mis textos también marxistas, según ellos, Galeano entre otros, así como mis poleras y afiches del Che, las hicieron prometer que ellas jamás seguirían ese camino, las dejaron llorando y hechas un atado de nervios. Ese 11 de septiembre salí impulsada por una fuerza extraña desde mi casa hacia el centro de Santiago, quería encontrarme con mis compañeros, era mi única obsesión. Por todas partes veía gente expectante, en los paraderos los trabajadores andaban con diminutas radios a pila sobre los hombros, pendientes de las noticias. Luego accidentes, choques, un auto dado vuelta en plena Avenida Matta, se veía avanzar tanques a lo lejos. Más tarde, humo, balazos desde algunos edificios, tanquetas y bandos militares. Después de pasar frente a mi escuela en la universidad y ver- la desde la micro rodeada de militares, logré por fin encontrarme con un grupo de compañeros del partido, cerca de la radio Corporación, un par de horas antes de que fuera allanada y silenciada. Aún no entiendo por qué, pero, tal vez por mi cara de niña buena, me pasa- ron un Fiat 600. Había tenido una sola clase de manejo, en la que choqué contra una zarzamora y dejé totalmente abollado el auto de un compañero del partido. Ese día ocurrió el milagro, solo mane- jé. Logramos salir del centro cruzando el puente de la Escuela de Derecho, sin ser controlados por los militares. Todo esto antes del bombardeo a La Moneda. Dejamos a un compañero cerca de la cos- tanera, a nivel de la calle Concepción. Llegamos los dos al departa- mento de una pareja desconocida por mí, y desde ahí, en la diminuta radio escuchamos el final del último discurso de Allende. Habían comenzado los bandos militares en la televisión. Desde donde está- bamos pudimos ver el humo emergiendo de La Moneda, a la vez que los aviones pasaban inclementes en el cielo. El matrimonio que nos alojaba partió a la casa de uno de sus suegros en Vitacura, nosotros seguimos ahí, en las Torres de

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=