El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
217 50 años del golpe de Estado en Chile Toma las llaves de la casa y las pone en el bolsillo del pantalón. El peldaño de la entrada de la casa es un buen lugar para esperar a la abue. Las hormigas van en filas, recorren lugares enormes. Son tan chicas, entonces un paso de nosotros es tan lejos como la casa de la abue Margarita. Eso le dijo papá que se fue con su amigo de bigote que ya no tenía bigote. Salió de la casa con una bolsa de ropa, se despidió de mamá y a él lo abrazó. Mamá me dijo que iba a venir a buscarme la abue Margarita, se dice para sí mismo bajito. Y se saca las hormigas que quieren subir por sus tobillos. –Ahora mamá no está– susurra. Desde la altura que le dan los tres peldaños de la entrada a la casa, mira a las pocas personas que pasan, la calle está silenciosa, por la vereda viene la vecina, esa que mamá saluda de lejos. –¿Y tu mamá?– pregunta. –Está en la cocina–. A ella no se le dice lo que pasa en casa. La vecina hace un gesto de saludo y él le responde moviendo la mano y con la otra sacude las hormigas de su sandalia café. La abue Margarita no llega. La puerta está abierta, mamá siempre dice que cuide que no se cierre, pero tiene llaves y toca el bolsillo. Las hormigas van en fila por el borde de la casa, las sigue con la mirada, desaparecen por la rendija del muro. Toma una piedra y les interrumpe el trayecto. –Soy el hombre malo que no te deja volver a casa–, dice en un susurro entrecerrando los ojos. –Las hormigas pican– le dijo a mamá hace unos días. Y ella lo miró y dejó la tarea de cortar las hojas secas de las hortensias–. Sí, Matías, las hormigas pican–. Se acercó y lo ayudó a sacudirse las que estaban en sus pies. –Parece que este invierno va a llover mucho, las hormigas están como locas buscando comida–, le comentó mientras le ponía las sandalias.
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