El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

212 El tejido de la memoria Sí, ¡estaba vivo! Me hicieron entrar por otra puerta metálica, pero esta vez era verde y no brillaba, el pasadizo estaba oscuro, muy oscuro. La puerta se abrió lentamente sin ningún chirrido. Me encontré con más de ochenta abrazos abrazados, de personas que yo no conocía, pero ellos sí a mí. Así lo sentí, porque me apretaban fuerte con sus brazos gran- des que me envolvían, cantando al unísono el “Negro José”. Bienvenido compañero, bienvenido compañero, bienvenido compañero, bienvenido compañero. ¡Bienvenido compañero! Yo no pude dejar de llorar en esa noche iluminada, hasta que me senté en una cálida mesa de madera, a comer el arroz con huevo más exquisito de mi vida.

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