El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

210 El tejido de la memoria – Sostuve interesantísimas y profundas conversaciones ínti- mas con mis tres obligados amigos. – En uno de los interrogatorios, me acostaron en una cama del mismo tipo de las que dormíamos, pero sin colchón. Bal- buceaba que era estudiante de arquitectura al sentir las frías cintas metálicas en mi espalda y una corriente eléctrica que invadía mi cuerpo desde el dedo gordo de mi pie hasta la coronilla…. – Supimos que Patricio era sobrino de la secretaria general del partido y nos explicamos por qué, con su corta edad, es- taba con nosotros. – Uno de los interrogatorios fue extrañamente tranquilo, el interrogador era pausado y aparentaba ser una buena perso- na, que me quería ayudar, que era mejor que diera nombres, que confesara, que todo iba a pasar, que todo acabaría bien. Era psicólogo y me hizo un test. Fue un bálsamo... – Otro día, nos fue a “inspeccionar” Manuel Contreras, el director de la DINA. Por el revuelo de los guardias que hubo antes de que llegara, percibí que era alguien importante. Como veinte años después supe que era él... Recuerdo que entró a nuestra celda, me miró fijamente a los ojos con odio. Lo vi grande y macizo, ojos duros y penetrantes, sentí pavor solo con su mirada. Nunca olvidaré su rostro. – Unos de esos días estuve en el pasillo, formando una fila. Creo que, esperando mi turno de ingreso a las duchas, estaba vendado… ¿o fue cuando llegué? La cosa es que sentí el so- nido del paso de la bala de un arma y un delicado golpecillo en mi columna con el cañón de esa misma arma. Cuando él gritó “¡ya!, ¡me cabreé!, matemos a este comunista culiao”,

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