El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
205 50 años del golpe de Estado en Chile Después me hicieron entrar sin violencia a un recinto gran- de, con un escritorio grande y apareció un hombre grande, de civil, imponentemente alto, rubio peinado, ojos verdes inquisidores. Su rostro blanco transmitía violencia y odio. Y así fue el primer interrogatorio: ¡Habla, conchetumadre! ¡Dime el nombre! ¡Qué hacía este mierda contigo! ¡Qué hacía contigo! ¡Dónde militabas, conchetumadre! ¡Habla, conchetumadre! ¡Qué hacías en el local de República! ¡Habla, conchetumadre! ¡Habla, conchetumadre! ¡Habla, conchetumadre! ¡Habla, conchetumadre! Los potentes puños de este Hombre Grande, Blanco y Rubio, penetraban en mi rostro, en mi estómago, en mis testículos, de nue- vo en mi rostro, de nuevo en mi estómago, de nuevo en mis testícu- los, y así sucesivamente, hasta no poder más. Yo no contestaba, no sabía qué decir. Tenía 18 años, era un militante cualquiera, no tenía infor- mación y ellos no sabían mi chapa. Este hombre grande, blanco y rubio, no me preguntó por mis compañeros de la Brigada, ni por nadie de los que conocía de la Juventud Comunista. Estaba obsesionado por otros nombres que repetía incansablemente con cada golpe. No podría afirmar con seguridad de que el hombre grande blanco y rubio, se aburrió de interrogarme, pero algo parecido le pasó. Hizo una fugaz seña a uno de sus asistentes, que siempre es-
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