El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

197 50 años del golpe de Estado en Chile el puerto y las poblaciones en silencio, helicópteros de guerra en el cielo. Desde lejos, los cerros despedían extrañas fumarolas y columnas de humo. Inquieto, retornó a su cuarto, la noche se hizo interminable. Al día siguiente, desafiando el toque de queda se asomó a casa del encargado, no alcanzó a llegar, al frente un camión con militares vigilaba. Estaba claro, había que sumergirse. Desde Santiago, la radio informaba: La Moneda bombardeada, Allende muerto, miles de detenidos, los primeros fusilados. Pensó, todo lo avanzado estará perdido definitivamente. Pero si al menos el grupo estuviera intacto daríamos la última pelea. No podemos quedarnos con las manos cruzadas. ¡Eso no! Decidió volver a su refugio antes del toque de queda, ahí al menos estaría seguro por un tiempo más. Trataría de dormir, tenía que estar alerta, retomaría los contactos el día siguiente. Despertó temprano con los primeros pasos de transeúntes apresurados. Se levantó, fue al teléfono público, llamó al José, este contestó de inmediato: –Aló, se escuchó una voz al otro extremo. –¡El cumpleaños será mañana!, dijo el Víctor, contento de escuchar la voz del José. –¡De acuerdo viejito! ¡Ahí nos vemos! Antes de que este cortara, Víctor recobró la serenidad y respiró profundamente. Con paso seguro caminó hasta el siguiente teléfono público, en la esquina de la placita más abajo. Hacía frío, pero igual el sol iluminaba el magnífico escenario del puerto. Marcó el número de Pedrito. Este era el menor del grupo, siempre de buen humor, acostumbraba a cerrar los trabajos con su famosa frase: ¡Ni Pancho Villa lo hizo mejor! Como si hubiera estado esperando toda la noche al lado del teléfono, Pedrito descolgó el teléfono. Atento escuchó la invitación. Solo agregó: –¡Al cumpleaños llevo mis botellas! ¡A la hora de siempre!

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