El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

193 50 años del golpe de Estado en Chile alumbraban a los soldados que cavaban presurosos, muertos de miedo, llorosos, conmocionados, porque una matanza así, a corvo limpio y tiro de gracia, era su primera vez. Nosotros los cinco de regreso de El Salvador, no lo sabíamos. Creíamos que volveríamos a los dormitorios colectivos, pero no, fue directo a las celdas de aislamiento, uno en cada una, el guatón que todavía me acompañaba, al lado. Ya, más tarde, empezamos a preguntarnos qué pasaba. Algo sospechábamos, estaba en el ambiente, en el silencio incómodo de los guardias, en lo presuroso de sus gestos, pero sobre todo teníamos esos testigos mudos, depositados frente a nuestras celdas, una larga fila de bolsos, ropa y enseres. Esos bultos nos interpelaban con su lenguaje triste y desgarrador. Al día siguiente en la mañana un guardia nos trajo una taza de café y un pan. Me atreví, curioso, a preguntar. El hombre murmuró entre dientes: –Son las cosas de los que sacaron el otro día. Ya no las ne- cesitan. Fue toda su respuesta. Así, de a poco, la verdad iba apare- ciendo. Pero ¿a cuántos sacaron?, ¿a nuestros compañeros?, ¿los ma- taron?, ¿por qué y cómo? La muerte ya estaba ahí, a nuestro lado, luego sabríamos que ese monstruo infame se adueñó del país, por mucho tiempo. Por más que nos pesara. La misión del helicópte- ro con su comitiva traía una orden desde lo más alto, de Pinochet. Revisar las sentencias de los consejos de guerra. Al parecer las auto- ridades militares locales habían sido muy blandas. El dictador quería poner las cosas en orden. Trece hombres fueron sacados el 16 de oc- tubre de 1975 desde la cárcel de Copiapó. Todos muertos, se dijo en el periódico local, mintiendo, como ya era costumbre, se aplicó ley de fuga. La verdad es que los habían asesinado fríamente, a la mitad del camino, con corvos y un tiro de remate. Uno de los detenidos le gritó a su asesino. “Si eres tan valiente mátame tú mismo, con tus

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