El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

22 El tejido de la memoria –Puta, el hueón insistente. Melón con vino te vamos a poner a voh. Eran del OS7, formada un poco después del golpe, conocida con el nombre de “Séptima Sección de Investigaciones Especiales”, dependiente en ese entonces del Departamento de Orden y Seguridad. –Este fue boxeador, hay que tener cuidado con él– decían y se cagaban de la risa–. ¿ Sabí algo mierda? ¿Qué sabí hueón ?– pregunta- ban empujándome hacia la pared. Supe que estábamos cerca de La Moneda porque en la Intendencia de Santiago había un reloj que daba las medias horas y ese estaba en calle Morandé con Moneda. Era el edificio que Carlos Ibáñez del Campo adquirió para que fuera la sede de la Intendencia. Veía en mi cabeza el pórtico de ingreso, con sus dos columnas y, re- matando la fachada, la cúpula del campanario con el reloj. Debíamos estar en el estacionamiento debajo de la manzana que formaban las calles Moneda, Teatinos, Agustinas y Morandé. Al séptimo día nos devolvieron nuestra ropa y nos subieron a un auto en las mismas condiciones en que nos trajeron. Perdí la cuenta de cuántos días estuvimos detenidos, porque no veíamos la luz del día. Solo supe que debía ser un par de semanas al menos, porque mi ropa me colgaba, al menos bajé unos diez kilos. Pude ver, a pesar de las huinchas de embalaje, bajamos por la Alameda hacia el poniente, doblamos por calle Ecuador. Nos dejaron camino al antiguo aeropuerto Pudahuel. –Al primer huevón que levante la cabeza se la volamos– gri- taron y nos dejaron metidos en una zanja. Esperamos hasta dejar de escuchar el motor del Ford. A medio vestir cada uno partió por distintos rumbos. Mi ayu- dante Pino y yo nos fuimos al sindicato de la Empresa de Transportes Colectivos del Estado (ETC), donde ambos estábamos afiliados y que estuvo activa entre 1953 y 1981. A Pancho nunca más lo vi. López y la dueña de la cocinería partieron al mercado.

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