El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
21 50 años del golpe de Estado en Chile A golpes y culatazos nos subieron al auto, a la dueña de la cocinería, a mi amigo López, al ayudante Pino, a otro cliente y a mí. El más joven de mis ayudantes había ido al baño, lo que fue un alivio porque era su primer mes de trabajo y el hijo mayor de una vecina. A patadas y garabatos nos metieron al Pino, al cliente y a mí en el portamaletas del Ford. Partieron rápido y dieron hartas vueltas por el centro. –No sé si saben algo, no sé quiénes son, pero nieguen todo o no saldrán con vida de esta– dijo el cliente, encima de nosotros en el portamaletas. Apenas podíamos respirar. Cuando el auto se detuvo nos sacaron a golpes y dijeron que el cliente se llamaba Pancho, estudiaba medicina y que era un diri- gente del MIR y todos nosotros parte del mismo grupo. Estábamos reunidos en la cocinería para ponernos de acuerdo en la forma en que sacaríamos del país a otros miristas. Vendados y semidesnudos nos hicieron acostar en un pasillo de baldosas frías, con las manos atadas a la espalda. Olía a humedad y encierro. Parecía un sótano. –Se me quedan todas las mierdas bien calladas. Si escucho cualquier ruido, vengo y disparo, ¿oyeron conchasdesumadre? En las madrugadas nos sacaban diciéndonos, “te toca Pancho”; todos éramos lo mismo, “ratas miristas” y “basura de Chile”, desnu- dos nos tiraban agua sucia para luego subirnos a un somier metálico atracado a una pared. Nos ponían corriente en los testículos y en las axilas. Siempre con los ojos vendados. El cuerpo saltaba con los golpes de corriente, pero si te movías hacia la orilla te pegaban con unos palos gruesos. –¿Quiénes son tus jefes?, ¿quién les manda la plata?, ¿a quié- nes quieren sacar del país?– nos repetían. –Capitán– dije, asegurándome de subirle el rango al paco–, yo solo entré a ese lugar a tomarme un melón con vino, soy un traba- jador, jefe de familia. Tengo seis hijos, el menor nació hace un mes.
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