El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
171 50 años del golpe de Estado en Chile El día en que Salvador Allende ganó las elecciones, el 4 de septiembre de 1970, la increíble noticia recorrió el país de punta a punta. El sueño hecho realidad, al cuarto intento, contra todas las probabilidades, las estadísticas y las encuestas; contra los poderes omnímodos, los internos y los foráneos. Derribado por una gripe brutal, estuve condenado a escuchar las noticias en la vieja radio a tubos que reposaba sobre el velador de mi padre. El corazón iba dándonos vuelcos con cada cómputo. Ocurría lo imposible. Aquello que demandaban los estudiantes en el París de mayo del 68 , estaba convirtiéndose en palpable materialidad: seamos realistas, exijamos lo imposible. Lloré de alegría junto a esa bendita radio que me traía las noticias de mis compañeros felices, diseminados por el país, por el mundo. Con cierta sensación culposa, alentados por mi pujan- za, mis padres salieron a celebrar, y aunque estuve solo esa noche, mientras los demás celebraban en las calles, jamás –en el resto de mi vida– he vuelto a sentirme tan acompañado. Creo que no comprendimos, no entendimos sus sueños. Ninguno de nosotros. Todavía no lo hacemos. Quizás entendimos otra cosa, algo que se asemejaba al mundo que narraba en sus pala- bras, pero que no era. Lo aplaudíamos y las palmas celebraban otra idea distinta, una que estaba al otro lado, más allá de , inalcanzable. La formidable distancia que a veces se da entre la racionalidad y las emociones. Tan lejos, tan cerca, Salvador Allende. He escuchado a muchas personas referirse en términos con- denatorios al suicidio de Allende: que habría podido organizarse un gobierno en el exilio, menos represión, dictadura más corta, en fin, críticas miopes e injustas. Su suicidio fue el último acto de lucidez histórica, de entrega, de sacrificio por los demás. No tuvo sentido para él vivir la derrota de su proyecto político, porque no estaba de- rrotado, solo interrumpido. La vía democrática al socialismo es po- sible, nos quiso transmitir; ahora es imposible, pero otras personas lo lograrán en el futuro.
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