El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
170 El tejido de la memoria segundo era Donato Román Heitman, músico y compositor de te- mas para cine, autor de un clásico suficientemente potente para pa- sar a la historia: “ Mi banderita chilena ”. El tercero, Germán Becker, un hombre de las comunicaciones –hoy se diría marketing políti- co– director de la arrasadora campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva, hombre de voz imponente y carcajada tremebunda. ¿Qué hacía yo allí? A pesar de las evidentes dificultades, logré barajarme bien y participar en la conversación, con mucho apoyo de estos tres personajes. Salvador Allende apareció cuando estábamos terminando de almorzar, muy bien acompañado por una dama que no era su esposa. Fue ovacionado por los presentes, almorzó en la mesa del anfitrión y luego desapareció discretamente para “dormir la siesta”. De hipócri- ta ni mojigato nada tenía el futuro, compañero presidente. En la campaña presidencial de 1970 escribí decenas de ve- ces su apellido en las calles de Santiago, vestido con un mameluco impregnado de pintura de todos los colores del arco iris. Escribía Allende, pero en verdad pensaba en solidaridad, en amor, en libertad, en esperanzas, en justicia; poco en mí mismo, mucho en los demás. Yo trazaba enormes letras en el estilo del pop-art y mis camaradas, delirantes chascones adolescentes, las iban rellenando con las bro- chas que sumergían en los tarros de pintura amarilla, verde, roja. Nuestra alma se quedaba allí, adherida a las paredes de Santiago. Pintábamos sueños, no consignas. La segunda que lo vi fue cuando los escritores y artistas lo proclamaron su candidato a la presidencia. Mi padre oficiaba de pre- sidente del comando y pronunció un bello discurso digno de la oca- sión. Existe una fotografía donde Salvador Allende está estrechándo- le la mano a Diego Muñoz Espinoza y con la otra le está extrayendo el discurso del bolsillo de la chaqueta. Ahí pude saludarlo, él me miro con la severidad de sus gafas enormes, y luego sonrió para decirme: “esperamos mucho de los jóvenes como tú, compañero Diego”.
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