El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

164 El tejido de la memoria El tiempo del ogro Diego Muñoz Valenzuela A todos aquellos que nos extraviamos en la neblina densa y terrible del tiempo del ogro, en especial a Remigio y Héctor, que permanecerán en este texto un tiempo más y ojalá –no pierdo la esperanza- para siempre. Se encontraron a unos escasos metros del fragor de la Avenida Irarrázaval a fines de aquel año tan intenso en tristezas y terrores. De ese modo, constituía una inmensa alegría cruzarse con alguien conocido allí, constatar que la vida seguía irradiándolo con su mila- gro. Remigio le dejó caer sus ojos achinados y pícaros, destilando la felicidad de verlo y Héctor le devolvió la mirada desesperanzada de un muerto en vida. Aquello puso en alerta a Remigio: algo no anda- ba bien. Venían caminando en sentido opuesto y por mero instinto aminoraron el paso imperceptiblemente, como si quisieran despistar a un observador invisible. A partir de ese momento, todo transcurrió en cámara lenta y comenzó a grabarse de manera indeleble en la memoria de Remigio. Imágenes que iban a acompañarlo durante su vida, a insertarse en sus sueños, regresar súbitamente a su rutina en los momentos feli- ces, como para resquebrajarlos. Héctor dio un paso y le ofreció sus grandes y cansados ojos de borrego triste. Estaba exhausto de sufrir: eso le dijeron aquellos ojos a Remigio y no fue necesario que describiera los espantos a los que había sido sometido. Aquella mirada tenía la elocuencia de un

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