El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
162 El tejido de la memoria En los tés de la semana, con el televisor blanco de Antú en la cocina, veíamos los dibujos animados de Hanna-Barbera y el infalta- ble Pin Pon. Mis hermanas corrían a ver el programa juvenil Música Libre al Westinghouse del living. Los jóvenes bailarines, al ritmo de las canciones más pegajosas que se escuchaban en esa época, me causaban risa, y yo imitaba sus excéntricas coreografías. Mi infancia era mágica, colmada de imaginación y pletórica de felicidad. La Tribu Brady era una alpargata al lado de la nuestra. El clima de mi ciudad era agradable, su aire salino rozaba nuestros rostros en verano. Sin embargo, en horas de la madrugada de un septiembre turbulento, entraron los soldados. Hizo frío, o su presencia alteró el termostato. Previo a ese evento castrense, en mi comuna todo el mundo se conocía. Hasta en el Centro la gente se saludaba. Veía a mi madre cómo hacía reverencias a las personas que pasaban por su lado. Denotaba esos gestos amables y educados. Se respiraba un ambiente ideal, en medio de otro más enrarecido, para los adultos. Se respiraba una atmósfera para un cuento con otro final. “¡No los queme, hombre! ¡No!”, gritó mi papá, exaltado, a uno de los uniformados que sudaba por el calor de la hoguera. Corrió y expuso sus manos entre las brasas para sacar el empastado. El Tomo 1 (donde figuraba la primera edición) estuvo a segundos de llevárselo una lengua de fuego. El otro empastado, el Tomo 2, des- cansaba en las manos de otro militar que, contrito y mirando hacia lugares perdidos, lo lanzó al suelo. Ahí corrí yo, detrás mi mamá, mi papá me lo entregó y yo lo apreté contra el pecho. Retrocedimos y nos abrazamos todos. La casa pudo haberse quemado. Nosotros in- cinerados ante la barbarie que no ama el humanismo, sintiéndonos frustrados y llorosos, al no avanzar hacia una sociedad moderna. No hubo detención. No hubo represión física. Pero sí perse- cución hacia mi viejo, que tardó años en establecerse en un trabajo, al haber sido agregado su nombre a la “lista negra”. La vida psico- lógica es frágil. Marca. Te acompaña entre las experiencias satisfac-
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