El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

151 50 años del golpe de Estado en Chile Cualquier cosa era mejor que estar en esa especie de limbo con vista solo al infierno de gritos, sufrimiento y sangre. Después de diez días llevaron a Roberto al velódromo, lugar donde había unas ocho o diez salas de tortura. Todos ya sabíamos qué decir y la misión era ir de huevón. Lo que no sabíamos era el detalle de lo que acontecía en el interior del cuarto, dónde estaban los inquisidores. Cuando nos llevaban al interrogatorio en grupos a la sala que correspondía, el número de cada grupo y el tipo de sala dependía de la “peligrosidad” del o de los que iban a ser interrogados. A veces era uno solo el que iba a una de estas salas, y allí los torturadores tenían más experiencia. Íbamos con la cabeza cubierta con una frazada. Al enfrentar la entrada del lugar del interrogatorio, te empujaban, chocabas con un muro, te sacaban la frazada y con mucha rapidez te vendaban los ojos con una tela y ponían sobre ella un cordel muy apretado. Con lo acaecido en el interrogatorio de Roberto, trataré de ser lo más fidedigno a lo que él me narró, ya que es una aberración de todo punto de vista, es la sinrazón misma, es como si la locura se hubiera apoderado de un sector de los chilenos. Sabemos que no había tal locura; en este relato que es digno de una obra surrealista se refleja la barbarie de los interrogadores. A mi amigo Roberto le dieron algunos golpes. ¿Por qué estás acá? No sé, peleé con un vecino y él dijo a los carabineros que yo era comunista. ¡Vos eres comunista, huevón! No, señor, era allendista, pero no comunista. Ya, entrega a algún comunista conchadetuma- dre. Cada pregunta iba acompañada de golpes. Uno no sabía de dón- de le podía llegar el trallazo, pues en cada sala había varios interro- gadores. No, señor, yo tengo una tienda de zapatos, salgo temprano y llego tarde a mi casa, no me meto con nadie en la población. Después de varias preguntas y golpes de todo tipo, un inte- rrogador le dice: mira, “cabezón”, si abres la puerta de la reja con tres cabezazos te vas libre, si no, sigues preso, así que ponle empeño.

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