El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
142 El tejido de la memoria Exactos aniversarios con sus días y sus noches exactas María Soledad Madariaga Cuneo Solía salirme del juego cada vez que tus ojos se detenían en mis pies. ¿Adivinabas que ellos eran tus manos que acariciaban mis piernas en las noches de verano? A los 16 años mis noches dejaron de ser sueño para convertirse en iniciación. Ahora me resulta fácil decirlo, tu llamado de ayer me hizo recordar ese dormitorio y esa ventana. A solas con las multitudes nocturnas buscaba tus manos y tu boca en las sombras de la luna, que me hacía tumbarme hacia el lado incómodo alrededor de las 3, cuando ya las sábanas estaban espesas y cargadas por los insomnes fantasmas. A las 5 se iban tus manos y tu boca de mi ventana y lloraba pidiéndole perdón a la luna por mi húmeda soledad. En ese tiempo mis palabras estaban preparándose con esos juegos que me traían la reconciliación. Te acercabas y me dejaba acercar, me ofreciste la ilusión de la calma, la traerías desde tus olo- res hacia mis olfatos. No hubo necesidad de excusas porque teníamos los libros y los sueños que nos hacían compartir el mismo mundo. Nos sen- tíamos dueños de los destinos y del Destino. Creo que no pudimos tener mejor escenario para la edad de los intentos. Una noche te dejé entrar y la luna nos protegió. Dejamos de existir ahorizando el infinito. Lo tuve todo, la herencia de conquistas y esperanzas la lle- naste de eternidad.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=