El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

128 El tejido de la memoria mismo. Porque, antes que nada, él no tenía ningún derecho para apoderarse de mí vida, de tal forma que el salvarme o dejarme ir eran opciones que él mismo arbitrariamente se había arrogado sobre mí. Por otra parte, también era cierto que, aunque él nunca tuvo derecho sobre mí, él también, sentí yo, arriesgaba su propia vida al perdonar la mía. Como que él también estaba atrapado por sus superiores, como que de alguna manera a él también le habían amputado su propio derecho a discernir. Creo que en su decir “Las cosas están muy confusas todavía” estaba la clave del haberme querido escuchar y dejarme ir. La brutalidad del golpe no era completamente compar- tida o esperada por muchos oficiales, pero tuvieron que demostrar fiereza y subordinación total una vez perfilado el carácter cruel y vio- lento de la dictadura. De todas maneras, no puedo dejar de reconocer que en esas circunstancias yo tuve mucha suerte, suerte que desgra- ciadamente miles de compatriotas no tuvieron por aquellos días. Pero todavía de repente me vuelvo a preguntar quién habrá sido ese oficial que me salvó la vida, y si él mismo habrá salvado la suya o si las cosas habrán dejado de estar confusas para él a casi cincuenta años después del golpe, a cincuenta años de este drama chilensis que aún llevamos en el corazón.

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