El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

126 El tejido de la memoria Estadio Nacional y muchos otros lugares que se usaron con ese pro- pósito. (Justamente, uno de mis hermanos, Eduardo, llegaría tiempo después en calidad de detenido a este Estadio). Peor aún, uno se preguntaba, quién llevaría una cuenta detallada de los casos y cir- cunstancias individuales de tantos detenidos que ingresaban a estos centros de detención, quizás muchos de ellos solo habrían cometido el mismo error mío de haber estado en un mal lugar y a una hora equivocada. Después de desplazarse el camión por un par de cuadras por Vitacura hacia el poniente, unas señoras salen corriendo y se cruzan frente al camión haciendo señales para que se detuviera. Deteniéndose el camión, las señoras se acercan a la cabina del vehí- culo y comienzan a reportar que en tal lugar cercano se escuchaban ruidos y movimientos extraños en la noche y que lo más probable era que se trataba de subversivos. Como respuesta a estas denuncias, el oficial a cargo de la patrulla hace un inmediato llamado pidien- do refuerzos para realizar una nueva operación. Esto era lo que yo escuchaba desde mi posición tendido boca abajo en el camión. Fue minutos después de esta espera por refuerzos que siento que, por entre las barandas del camión, alguien me toma la pierna y me habla en un tono diferente a lo que había sido el brusco intercambio con la patrulla. –Oye tú, ¿qué estabas haciendo realmente ahí?–. Volví a darle la misma explicación, de que ahí vivía y como era estudiante de Pedagogía en Español de la Chile con frecuencia solía ir allí a leer mis libros. Entonces, en un tono mucho más suave, me dice el oficial –Bájate del camión con tus libros y sígueme por un momento–. El oficial esperó que yo bajara del camión y luego con un gesto me in- dicó que lo siguiera, separándose un tanto del camión y del resto de la patrulla. Entonces, se me acerca y mirándome fijamente me pre- gunta –¿Qué te parece lo que está pasando? Dime realmente cómo lo ves tú–. El tono y el rostro del oficial fueron ahora tan diferentes al de este mismo oficial que solo minutos antes estuvo a punto de

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