El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

125 50 años del golpe de Estado en Chile que finalmente llegamos al camión militar que estaba estacionado a metros del patio de la casa. Cuando me hacen subir al camión, me doy cuenta de que el piso del camión estaba lleno de libros requisados formando un colchón sobre el cual había unos hombres tirados boca abajo y ma- nos en la nuca. Allí, siguiendo órdenes, mi cuerpo se sumó al de aquellos hombres tendidos sobre tantos libros que a partir desde ese entonces serían prohibidos por bando superior. Así, mi Neruda y mi Cervantes allí estaban entre muchos otros títulos como los de Marx, de Nicanor Parra, de Ana Frank, de Baldomero Lillo y de muchas otras publicaciones populares de la editorial Quimantú—editorial que en ese tiempo puso al alcance popular una vasta serie de títulos literarios y del pensamiento general. Entonces uno de los oficiales que dirigía al grupo da la or- den de partir. Un par de uniformados suben a la cabina del camión y el resto lo hace a la carrocería dejando al centro del vehículo a los detenidos que estábamos tendidos boca abajo. Algunos carabi- neros se encaraman luego en las barandas del camión y desde allí van blandiendo sus armas y mirando vigilantes el camino mientras el pesado vehículo se desplaza por Vitacura en dirección oeste. Una vez en el camión como que se me volvió el alma al cuerpo, pero me daba cuenta de que mi situación parecía complicarse cada vez más. Porque, me preguntaba yo ¿cómo ellos, los dirigentes de estas operaciones represivas, van a saber o recordar las circunstancias es- pecíficas de cada uno de los que allí íbamos detenidos? A diferencia de que yo estaba allí junto al río simplemente leyendo, posiblemente algunos de estos compañeros pusieron resistencia o fueron sorpren- didos con armas, lo que seguramente haría una gran diferencia en los cargos imputables. Sin embargo, en medio de la gran confusión que todavía rei- naba durante los primeros días del golpe, como que cualquier cosa podía pasar, máxime aun cuando el destino de muchos de los de- tenidos era llegar a recintos de detención masiva, como lo fue el

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