América es la casa. Arte mural y espacio público en Chillán

Escrito a modo de prólogo E ste escrito, a modo de prólogo, está dedicado a los artesanos y artistas anón imos que han surg ido de la entraria de sus respectivos pueblos para producir las obras que nosotros, los contemporáneos, admiramos. Desde aquellos que en el interior de las cavernas, alumbrados por teas, iniciaban un ritual propiciatorio para adquirir un poder sobre la naturaleza y sus criaturas. En ese rito mimético, a través de las imágenes de los anima les que observaban, conseguían atraparlos en esas t rampas mágicas. En otro ámbito cu ltural avanzando el tiempo y la historia los artistas de la antigua India)' China cubrie ron los muros de sus templos-cavernas con sagradas imágenes pin- tadas. En el nuevo mundo los artistas precolombinos, mayas, aztecas e incas nos legaron igualmen te esas prodigiosas obras. Nad ie se pregunta, sino en muy escasas ocasiones, ¿Qpiénes eran? Como seres, con sus propias particularidades, su carácter, sus angust ias y otros atributos de su perso- nalidad; si no que los sentimos inmersos en una multitud anónima. Aprox imándonos en el tiempo, vemos que las culturas del Medio Oriente, de Egipto, de Grecia y de Roma fueron los inspiradores del largo periodo del Medievo cris- tiano, donde en sus muros de basílicas y catedrales se hicieron visibles a los ojos del pue- blo las deidades de la nueva fe. Al término de este periodo cambiaron las condiciones sociales e ideológicas, y pronto arrancaron del anonimato a los artistas, que por milenios, habían sido ignorados. Nace así el "arti sta" ya separado de los gremios de artesanos y con pretensión de perte- necer a la categoría de profesional liberal. Las consecuencias de esta nueva situación del artista hicieron que el creador, ta nto como sus obras, entraran en la circulación mercantil del naciente capitalismo. Los banqueros del Renacimiento, tanto italianos como alema- nes y flamencos, ex tendieron un mercado artístico por toda Eu ropa. La pintura mural estaba sentenciada a desaparecer, porque el cuadro, pintado so- bre tela, se transformaba en un obje to transportable despegado de todo entorno arqui- tectónico y urbanístico.

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