América es la casa. Arte mural y espacio público en Chillán

Junto con la sobrecogedora figura del heroico Galvarino, surge en medio de un bosque de lanzas, la cabeza omnipoten- te y fiera del toqui Caupolicán, que muestra los vigorosos puños con que supo arrasar a las fortalezas que se levantaron en las tie- rras de Arauco y de Tucapel. A un extremo se alza la ágil estructura física de Lautaro, tocando un clarín guerrero; sus pies se apo- yan en un ancho tronco de las selvas, como en los tiempos en que dirigía a sus huestes cont ra el empuje de sus dominadores y bajo cuyas manos termi nó sus días el conqui sta- dor de Chile, Pedro ele Valclivia. En el extremo opuesto aparece la inmortal figura del prócer Bernardo O' Higgins, sosten iendo ent re sus dedos las ondeantes banderas de la Independencia y la República. Sus condiciones físicas es- tán reflejadas en un estado de movimiento que produce la sensación de un guerrero actuante y vivo. Suspendida ent re el fla- mear de estas históricas enseñas naciona- les y emergiendo de una 11iebla de colores y planos, nace la romántica figura ele José Manuel Balmaceda, ejemplo de Presidente civil de la República. En el ángulo extremo surge la tosta- da cara de Luis Emilio Recabarren, lucha- dor social cúspide y símbolo clarividente del derecho humano, forjador de una avan- zada conciencia sindical clasista y reivindi- cador de los derechos populares. Y toda esta maravillosa síntesis de nuestra histor ia, aparece envuelta en un fondo de vegetación salvaje y exuberan- te: el cordón volcánico de los Andes, que deja al descubierto el corazón ígneo de las constantes erupciones con que es azotado de aiio a aiio nuestro territorio; el mar azul y transparente de nuest,·as playas y la hete- rogénea conformación geográfica de la su- perficie terrestre. Al finalizar este inmenso muro de ocho metros de ancho, aparecen las armaduras guerreras ele los conqu ista- dores que residieron durante tres siglos, en luchas permanentes y tenaces. Están venc i- das y agobiada s bajo el peso de los formida- bles próceres chilenos. En el muro opuesto, unido por am• plios ventanales, su rge la historia de Méxi- co, que Siqueiros ha realizado con una ob- sesionante riqueza de formas y de colores intracluct ibles, en que vibra, en cambio, una existencia elocuente, plena de vivaci - dad ele hombres heroicos)' extrahumanos, y en cuyo centro se destaca una figura po- lifacética, saturada de cá lidos colores, en que los amarillos y los rojos vibrantes dan la sensación bélica del pueblo mexicano por conquistar y mantener su libertad. Y all í se ve desde los tiempos de Guat imozín o Cuathémoc, último emperador azteca, que prefirió mo,·ir sobre un lecho de bra- sas antes ele revelar a Cortés el sitio de los tesoros de su patria, hasta el altivo Genera l Lázaro Cárdenas. La sangrienta y ejemplar vida de México se ve t raducida en este muro en forma simbólica, a través de la historia y de los siglos, desde las legendal'ias civiliza- ciones convertidas en polvo y vegetación, hasta las últimas conmociones soc iales de la vida contemporánea . El terna centra l está const ituido por un ind io vigoroso, de múltiples ext remida- des y con cuyas numerosas piernas ascien• de sobre las graderías de las antiguas pirá- ...A C.u.Uogo de b present.1ción mur.1lc~ Esnu:l.1 Méxil:o de Chillín, 1943. Re,tliz,1do por Erntslo 1~-. lav.1. lntroduc· cióoGrcgoriod,· l., Ftu,•nh.', íotogr.lfiJ) J\ntorno QuiiHaOJ. 161

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