América es la casa. Arte mural y espacio público en Chillán

Mi encuentro con México consecuencia del terremoto de 1939 que destruyó gran parte de nuestra egión y, de manera brutal a Chillán, el gobierno mexicano de Lázaro Cárdenas quiso que la solidaridad mex icana se expresara en una obra permanente y de verdadero calado histórico: fue el origen de la Escuela República de México, Chillán. Corría el ario 1941 y comenzaba mis estu- dios primarios en la Escuela N° 8, ubicada donde actualmente está instalada la Escuela Esparia, calle Gamero yYerbas Buenas. Se sorteó entre todas las escuelas chillanejas cual sería la afortunada que terminaría insta lada en la flamante Escuela Méxi- co; mi escuela resultó la ganadora y así terminé matriculado en ésta, que habl'Ía de convertirse en un vinculo de larga durac ión con la nación mexi - cana. Tuve el privilegio de ser uno de los tantos ni- rios que concurrieron al acto de fundación; (1942) insta lados en la Pla1.a de Santo Domingo frente a un est rado donde fue celebrada la inauguración. Entre nosotros crecía la expectación por conocer la nueva escuela y no disimulábamos el orgullo de haber sido escogidos por la suerte para participar de esa magnífica oportunidad educativa . Cuando traspasamos la puerta quedamos de inmediato impactados por la belleza del ed ifi- cio, que contrastaba con los rudos pabellones de emergencia instalados después del terremoto. Mi- rábamos sorprendidos los murales de Guerrero; sólo captábamos la novedad, más tarde vendrían las explicaciones. Pero habría de ser el ingreso a la Biblioteca el impacto mayor al contemplar los Mu- rales de Siqueiros, en los que trazó magistralmente seúales claves de la historia de Ch ile y de México. Nunca había vi sto un mural y nunca tampoco una biblioteca. En cada sa la de clases estaba el rostro de un prócer de la Independencia Americana, cuya 1921 :\\lHt(.-\l'-I \(A,.\ ,\ti,; .\hu,,I \ f•r·""' r•u'111"ll" l'l,,11.,,, biografía comenzamos a conocer de inmediato. Fueron pasando los ai\os y nuestra expectación nutriéndose de explicaciones que terminarían por fam iliarizarnos con los personajes de los murales y de las salas de clases. Esta compenetración iba acompariada de un sentimiento de admiración y carii\o por el pueblo mexicano y una valoración también de nuestra historia. Cada lunes, entonábamos los himnos na- cionales de Ch ile y México y luego part icipábamos de interpretaciones musicales, declamaciones, conmemoraciones de hechos históricos y cultura- les, disfrutábamos de las novedades de un diario mural en el que unos cuantos comenzamos a es- cribi r. La Escuela México fue llamada por el es- critor Ca rlos Fuentes como La Capilla Sixtina de América Latina, y lo era en realidad, porque en las aula s y en el aire que se respiraba se sentía la Amér ica Latina, encanto que cultivaban profe- sores plenamente conscientes que esa no era una escuela más en el sistema escolar de la región, era una propuesta educativa de verdadera proyección hacia una cultura que valoraba raíces históricas y despertaba la emoción de sentirse herederos de grandes suei\os libertarios y constructivos. Comparto con unos cuantos compaúeros de aquellos aúos la marca a fuego de aquella peda- gogía, y también la tristeza cuando hemos compro- bado cómo se ha desvanecido esaconciencia de una misión cultural que superaba lejos las rutinas de la educación pública convencional. Es triste compro- barlo, pero el curso del tiempo transformó a la Es- cuela Méx ico en una escuela más de las tantas que han sucumbido en el pozo municipal y donde a lo más quedan vigentes elementales explicaciones para los turistas que llegan a conocer sus celebrados murales. De la galería de próceres sit uados en cada sala de clases, no queda si no el triste testimonio de

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