América es la casa. Arte mural y espacio público en Chillán
una de sus obras mejor logradas el mural de Chillán. Cerrado el paréntesis. Julio trabajó más de dos ai\os su obra con pasión y ent usiasmo. Vivió en pensiones y en casas de amigos, pero final- mente terminó por acomodar un colchón en el piso y vivió al pie de su trabajo. Sus ayudantes, cuyos nombres no recuerdo, pero han de estar en las nóminas de pago de la época en contabili dad municipal (o se le puede consultar al propio Julio), eran más bien de la Universidad de Concepción; un colaborador chillanejo era el "flaco" l'ei\a, un muy buen pintor nuestro, cuyas huellas las perdí tras el golpe y que ojalá esté vivo y le ubiquemos. En el lugar se creó de hecho un cen- tro cultural espontáneo, donde era casi co- tidiano que se juntara gente al caer la tarde a hablar de literatura, de música, de p int ura. Por allí pasó Pablo Neruda (algunos de cu- yos libros ilustróJulio ycon quien er;1n gran - des y viejos amigos) también Nicanor Parra, Sergio Hernández y otros grandes escrito- res nacionales y ex tranjeros. Se juntaban grupos musicales que amenizaban noches inolvidables y se discutía de arte. La comu- nidad chillaneja, salvo claro los dinosaurios de siempre, no sólo apreciaron y valoraron el proceso, sino que participaron, se integra- ron. No olvidemos que en esos a11os la sede chillaneja de la Universidad de Chile era un hervidero cultural, social y político, como podrán confirmar Alejandro Witker, Julio Stuardo o el propio Ricardo Figueroa des- de Inglaterra. Maestros y estudiantes con- formaban una activa fuente de inteligencia. Cuando se inauguró el mural, ya el Alcalde era Ricardo Lagos Reyes. Conser- vamos el afiche - sobre la base de una foto de Domingo Sierra, gran fotógrafo, que vivía en Chillán- y en esa gráfica con una parte del mural como telón de fondo, está Allende inaugurando el mural, a su derecha Ricardo Lagos )' a su izquierda estoy yo. Además, de esa foto soy el único sobrevi - viente; la mayoría murió de muerte natmal, salvo Allende )' Ricardo Lagos cuyo trágico final amanos de la dictadura conocemos. En la inauguración actuaron figuras nacionales del teat ro ( Los Duvauchelle, Orieta Esd- mez, cte.) y la Orquesta Sin fón ica. Todo 1111 acontecimiento nacional. Noestuve en Chi llán para la destruc- ción del mural. Según me han relatado testi• gos locales de la época, primero ordenaron pintarlo con alquit rán, pero en terados que los murales se recubren con acrí li cos que les protegen, ordenaron finalmente demolerlo a golpe de picota. Si el general Juan Gu i- llermo Toro Dávila, jefe de plaza del golpe, había ordenado asesinar a Ricardo Lagos, el alcalde que él mismo confirmó en el cargo el 11 de septiembre del 73 para matarlo po- cos días más tarde, no tenían los cobardes militares escrúpulos en destruir una ob,·a de arte. Fascismo y Cultura nunca se han lle- vado. El apotegma del franquista 1'vlillán As - tray de "¡Muera la cultura!" fue seguido al pie de la letra por los asesi1 os de \lictorJara y de tantos miles y miles. Seria importan- te averiguar toda la verdad de este crimen contra la belleza que, afortunadamente, con la generosidad de Julio y el buen criterio de mi amigo el Alcalde Zarzar, puede superar- se este año con una nueva obra de este gran pintor chileno, insuficientemente conocido acá y cuyas obras tienen amplio reconoci• miento en todos los continentes desde hace muchos a11os. Eduardo Contreras Me lla, abogado y pe• riodista, fue regidor, alc.ilde y diput.,do por Chillán Do111i 11~0 SicrrJ, fo1ógr.1ío chill,11wjo, ,Hllor tk fotogr:tÍiJ de mur.ti en ~ lunici,,,, lidad (I (' Chill:indeJulio E:-f,lmt·z. Cr,1cia:. ;a su .1cc1ón ,;e con!l-truyó l.1 mcmonJ d('( rnu_r'.ll bon·.1do )' Sé ma1\ 1two por' .u~uh la imagen, ha.1-ta. <1ut.· hu,• reproducida 1,;n 1\ 1éxu:o. 1 07
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