América es la casa. Arte mural y espacio público en Chillán

En la América Colonial, la producción artística estaba condic ionada a las necesi- dades de una demanda para cubrir las exigencias de los nuevos templos que se alzaban y de la aristocracia que se suprimía, también de un arte sun tuario. Tanto en los virreinatos y capitanías, en la medida en que las ciudades crecían, surgieron gremios de artesanos y artistas que iníl uidos por el arte barroco de la metró- poli originaron las diversas escuelas de las pintura colonial. Estos artesanos y artistas, constituidos en gremios, habían de hacer surgir notables arti stas mestizos y criollos. A finales del siglo XIX y del XX, acontecimientos históricos, habrían de produ- cir profundos cambios en el carácter de la producción artística de América. Uno de los acontecimientos de mayor relevancia fue la revolución mexicana, que inspirada por las corrientes revolucionarias contcmporá1 eas habría de impu lsar a los sectores del pue• blo, tanto campesi nos como artesanos y profesiona les progresistas a producir cambios profundos en la sociedad mex icana. Estos nuevos contenidos ideológicos habrían de ex- presarse en el arte popular y en su mayor expresión en la pintura mural. Los muros de los viejos edificios colonia les y republicanos se cubrieron de impresionantes murales ex- presando el nuevo contenido revolucionario y este movimiento político y estético ha de crear las condiciones para que en el resto de Amcirica Latina surgieran pintores mura lis- t as que habrían de caracter iza r todo un periodo de la hi storia del arte contemporáneo. Este mov imiento posibilitad retorno de la pintura mural, expresión adecuada a los nue vos contenidos ideológicos, de los cambios políticos que se p,·oducían, de una expresión artística de la cual había sido privado el pueblo. A modo de reílex ión final, he de concluir que las cultu ras son producidas des- de los cimientos multitudinarios de los pueblos, en sus cotid ianos esfuerzos)' que esta silenciosa multitud es la generadora de esta riqueza cu ltural y soci,11, silenciada por la historia oficial. Estamos alienados culturalmente con respecto a las obras que exhiben con orgullo determinadas civilizaciones que, generalmente, se atribuyen a la iniciativa y al mágico poder de la clase domi na nte. Y en los silentes muros de estas magnificas es- tructuras sentimos el coro de voces de la multit ud que las creó, con arduo sacrificio, para gloria de quienes estaban en la cúspide de esa sociedad. La cult ura material de las civilizaciones se hace evidente en las grandes estructu- ras que se erigen : como las ciudades, los espacios públicos, expresados en sus arquitectu· ras; y enriquecidas por un arte mayor que es la pintura mura l, donde la hi storia se hace visible. Julio Escámcz

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