Veinte poemas de amor y una canción desesperada

21 Este libro podría haberse cerrado con un poema más, que siguiera la numeración de la serie. Pero, en vez de escribir el poema 21, el joven Neruda eligió una forma más extensa, más intensa, más rotunda. «La canción desesperada» podría ser algo parecido a un fractal del libro, una parte que, al separarse de este, lo reproduce en una escala menor de espacio. Y, además, es el cierre del libro. «La canción desesperada» relata un amor envolvente, del cuerpo y del alma. Un amor que abarca a la totalidad de los amantes y de su mundo. Nada queda fuera de él. Pero en esta desme- sura está el germen del fracaso. El hundimiento de un amor profundo es un tópico no solo de la literatura sino también de la canción popular de todos los tiempos, también del melodrama en forma de novelas rosa, las teleseries y otras. En sus memorias, Neruda recuerda que escribió «La canción desesperada» en la desembocadura de un río del sur, en un bote abandonado de «no sé qué barco náu- frago». Aquí aparecen las figuras con que el hablante se autorepresenta: el abandonado y el náufrago. Refiriéndose al momento en que escribió «La canción desesperada», el poeta dice en su autobiografía: «Creo que no he vuelto a ser tan alto y tan profundo. Arriba el cielo azul impenetrable. En mis manos […] los versos nacientes de mi poema. Cerca de mí todo lo que existió y sigue existiendo en mi poesía: el ruido lejano del mar, el grito de los pájaros salvajes, y el amor ardiendo sin consumirse como una zarza inmortal».

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