La evaluación universitaria: antecedentes, desarrollo y proyecciones [tomo 02]
352 La evaluación universitaria: Antecedentes, Desarrollo y Proyecciones. 15 años de estudios técnicos del Consejo de Evaluación 3. Marco Teórico 3.1 Antecedentes teóricos Previo a describir el acercamiento teórico que permitió darle forma a la metodología, es necesario pasar revista a algunas de las preguntas y autores que animaron la problematización del proyecto; en especial, aquellas preguntas que evidencian reflexivamente la distancia entre la obra artística y la institución universitaria. Primero que todo, tener en cuenta los conceptos con los que Deleuze construye la noción de “acto de creación” y que evidencia su profundidad en la Historia de las Artes: la obra de arte como un acto de resistencia. Así se asume problemáticamente la situación histórica, que se ha dado particularmente en Chile, de la vinculación estrecha –largamente datada– de la actividad artística con el campo académico universitario, en especial y en forma tradicional, al interior de la Universidad de Chile. Se denomina ‘situación problemática’ la de la práctica artística contemporánea al interior de la Universidad, aceptando la hipótesis de que la configuración del campo académico es de orden filosófico primero, científico después, y tecnológico-profesionalizante ahora último. Al respecto, se podría emblematizar el malestar de las artes al interior de laUniversidad enunciando el motto de que “las artes no progresan”, de que “no hay progreso en las artes”. Para expresarlo con una imagen: no son mejores, ni más modernas, ni más tecnológicas, ni andan más rápido las liebres de bronce de Flanagan que los caballos rupestres de las cavernas del sur de Francia de hace 30.000 años. Ambos perceptos –para usar el concepto de Deleuze– corren por igual en el campo simbólico de la representación. A partir del s. XVIII el lenguaje de las artes se vuelve inestable –al igual que las estructuras sociales del antiguo régimen–, perdiendo progresivamente su índole canónica. Coinciden con esta incipiente inestabilidad la aparición de las tres críticas de Kant y la progresiva atrofia de la lógica de los animales aristotélicos ‘ético político’ y ‘mimético-estético-emancipatorio’. Las tres esferas de la cultura, expresión de la triple raíz de la figura humana se deforman por la hipertrofia irrefrenable de la lógica racional del animal ‘teorético-científico- técnico’. Los saberes vinculados al acto creativo y a sus procesos de producción empiezan a hibridarse, a diluirse y fragmentarse, y es en el sentido del sucesivo desquicio de las fronteras disciplinares que Duchamp afirma que el arte no puede ser el ejercicio de una profesión. En estas prácticas la causa y el efecto pueden perfectamente trastocar el orden de su precedencia lógica: en el plano espacio-temporal de todas las artes, el orden de los factores, precisamente, altera el producto. Otro aspecto importante, en relación con la condición del artista universitario y su rol en la formación y enseñanza del arte, refiere a que el acto más visible de poder de la institución académica universitaria –la administración de títulos, el otorgamiento y certificación del grado de Licenciado, Magíster o Doctor– no garantiza en lo absoluto aquello que es decisivo para la práctica relevante y liberadora de la producción artística y para el artista en ciernes que los recibe. En la Academia no existe un conocimiento acabado sobre cómo enseñar arte. Las palabras “disciplina”, “claustro académico”, “destrezas”, “carrera”, “asignatura”, “habilidades”, “programa”, todas desentonan en este, utilizando el concepto kantiano, “conflicto de las facultades”. Se podría seguir hasta el infinito cuestionando aquello que para todo el resto del campo académico se encuentra firme. Y, sin embargo, y en sentido contrario a lo que se acaba de afirmar, no existe el Robinson Crusoe en la formación artística y la escuela de arte universitaria termina por ser, de todos modos, la condición necesaria de esa formación, aunque no sea la suficiente. Estas reflexiones dan cuenta aproximada del descalce, de este permanente malestar de las prácticas artísticas, y de la enseñanza de arte al interior de la universidad, de esta situación contradictoria que dificulta y hace complejo cubrir la necesidad institucional de establecer un cuerpo de criterios y procedimientos académicos para su medición, valoración y evaluación universitarias. Pueden ser en parte estos malestares y los desajustes que los causan, lo que ha demorado en demasía enfrentar en la Universidad de Chile el asunto de la evaluación de la creación artística, si consideramos que el proceso regular de evaluación académica fue fundado en esta universidad hace yamás de 25 años; o lo ha demoradomenos si nos referimos a la aprobación por parte del Senado Universitario, hace más de 6 años, del Proyecto de Desarrollo Institucional. Desde esta arista problemática, resulta sumamente relevante preguntarse por el lugar del arte en la academia; en definitiva, cómo delimitar un objeto que lucha por mover el centro desde el cual construye su representación. Para enfrentar metodológicamente este reto, se consideró pertinente utilizar un acercamiento, que pusiera de relieve la importancia de realizar procesos que comiencen en la constatación de las condiciones prácticas y las definiciones que de allí emanan, para luego elaborar estructuras que dialoguen permanentemente con ese espacio, asumiendo que la creación artística es un proceso dinámico y en constante movimiento.
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