La evaluación universitaria: antecedentes, desarrollo y proyecciones. 15 años de estudios técnicos del Consejo de Evaluación

17 Futuras direcciones y rol del CEv. Para abordar sus dos tareas primordiales: la superintendencia de la función evaluadora y el análisis de procesos y mecanismos, el CEv ha realizado un proceso de reestructuración. El CEv es un organismo esencial para el funcionamiento universitario, a pesar de su edad relativamente corta y de las dificultades que ha enfrentado para la realización de cambios en los mecanismos de evaluación. El CEv no posee una efectiva capacidad fiscalizadora - por ejemplo, en el sentido de las superintendencias del gobierno central -, pero ocupa un nicho que, hasta su creación, no había sido llenado plenamente en la institución. Durante la búsqueda de una definición de tareas y roles, se fue configurando un quehacer, apoyado por un equipo técnico que priorizó - correctamente, a nuestro juicio - el análisis de los temas de su competencia, mediante la realización de estudios técnicos y propuestas reglamentarias. Las consejeras y consejeros han elaborado estudios nacidos de la propia inquietud o por solicitud de otras autoridades u organismos universitarios, y han colaborado en diversas tareas surgidas desde la comunidad: procesos de acreditación, procesos locales de reestructuración, aseguramiento de la calidad en otras instituciones, etc. Estas tareas, de carácter analítico y propositivo, no han sido acompañadas por la instalación de un sistema de seguimiento continuo y crítico de los procesos de calificación y evaluación universitarias vigentes que permita verificar el cumplimiento de reglamentos y que refleje el desempeño de las comisiones locales y superiores. Debido a lo anterior, el CEv entró en el año 2019 en un proceso de reflexión de su rol y de su operatividad y se inició un proceso de reestructuración de la Secretaría Ejecutiva que daba apoyo técnico al mismo. La culminación de este proceso resultó en la sustitución de la Secretaría Ejecutiva por una Unidad de Apoyo y Coordinación (UAC) con dos tareas fundamentales: la generación de análisis y estudios, y la superintendencia de los procesos evaluativos. Cada una de estas tareas está a cargo de un/a coordinador/a con responsabilidades definidas en su ámbito y con un trabajo cercano y dinámico con las y los consejeros. La nueva estructura permitirá, por un lado, contar con un seguimiento, colaboración e interacción más estrechas con las Comisiones Superiores y Locales a las que supervisa y, por otro, focalizar los estudios en las materias más atingentes al rol del Consejo como ente propositivo en los aspectos relacionados al aseguramiento de la calidad académica. Pero, esta reestructuración obliga a abordar nuevas formas de medir la productividad y el desempeño académicos. Los procesos evaluativos del mundo de la academia, para ser justos y transparentes, deben incorporar mecanismos objetivos que permitan medir la producción y el desempeño de su comunidad académica. Existen al menos tres dificultades para llevar a cabo estos procesos. Primero, la diversidad de las tareas académicas obliga a superar el uso de criterios de medición de la productividad estrictamente homogéneos y que se apliquen del mismo modo para todas las áreas del saber. Segundo, los criterios usados tradicionalmente no abarcan la totalidad del quehacer académico ya que se focalizan casi únicamente en productos u obras, por ser las de más fácil cuantificación y verificación. Pero son obviadas aquellas actividades que conllevan consecuencias intangibles, interacciones virtuosas o acciones de asistencia social y comunitaria. Además, muchas veces se ignoran aspectos de la vida académica moderna que contribuyen al prestigio y a la productividad de la institución. El trabajo en equipo, de investigadoras/es y creadoras/es, muchas veces interdisciplinario, y las acciones de liderazgo colaborativo, constituyen ejemplos de virtudes académicas que pasandesapercibidaspor lossistemasdeevaluación.Otras, tienenpocavaloración,como lacomunicaciónsocial, la influencia sobre las políticas públicas o la innovación tecnológica. Expandir el universo de actividades universitarias en el ámbito evaluativo presenta la virtud de generar una carrera académica más inclusiva, justa y que recoja la riqueza creativa e intelectual de nuestra comunidad. Pero adolece de la difícil misión de generar mecanismos que permitan captar y reconocer las acciones y además darles un valor de calidad. Tercero, y quizás el más grave de los problemas, es que los criterios de estos procesos y en general el conjunto de ellos están afectados por los procesos de acreditación tanto de carreras como de la institución misma. Como se señala en la Introducción a uno de los informes técnicos, el proceso de acreditación existente es, además de oneroso en tiempo y dinero, enteramente inadecuado para las Universidades públicas y debiera ser completamente revisado y modificado sustancialmente. No parece adecuado que las Universidades estatales deban tener sistemas de acreditación propiamente ante agencias externas, pero si es que se exige que exista tal proceso deben tener su propio sistema de acreditación, distinto al de las instituciones privadas, financiado por el Estado y no por sus propios presupuestos. ComoCEv, asumimos el desafío de acometer en los próximos años las tareas de superación de las dificultades señaladas, entendiendo que los importantes desafíos sociales y culturales de nuestro tiempo deben tener un correlato en la vida universitaria. Consejo de Evaluación

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