Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

De la cultura del libro a la cultura de las pantallas / Serge Tisseron – 85 tenido se encuentra reprimido, y todos son accesibles instantáneamente a través de la apertura de una “ventana”: es el sistema Windows. Ahora, esta lógica corresponde exactamente a lo que ocurre cuando, en el clivaje, somos capaces de pensar en algo y pronto olvidarlo como si no hubiera jamás existido. De golpe, los contrarios pueden existir sin excluirse. Aquello refuerza el proceso de clivaje a expensas de la represión, con efectos considerables sobre la educación. Por último, la cultura de las pantallas valoriza las formas no verbales de la sim- bolización y de la comunicación. Las imágenes se utilizan cada vez más para trans- mitir en tiempo real informaciones de manera que puedan emanar de todos los pun- tos del mundo y alcanzar espectadores situados en todas partes. Actualmente, los autores de estas fotografías y estos films escriben para referirlos, pero pronto habrá motores de búsqueda que podrán utilizar programas de reconocimiento de imá- genes, de tal manera que la referencia a lo escrito resulte eliminada en este nuevo modo de comunicación. Asimismo, la puesta en escena – de sí mismos – a través de la webcam integrada en las redes sociales valoriza las formas senso-afectivo-motrices de la comunicación. Un vuelco que afecta las artes El paso de la cultura del libro a la cultura de las pantallas se acompaña, evidentemen- te, de diversos cambios mayores en la manera de considerar las disciplinas artísticas, su historia y su público. 1. En una cultura de las pantallas ya no es posible de construir la Historia del Arte según una cronología que suponga alguna evolución. El paisaje artístico se considera como constituido, en todo momento, por una yux- taposición de estilos, tradiciones e imitaciones diferentes. Una suerte de patchwork en el cual es posible localizar obras que provienen de tradiciones diversas, pero sin que sea necesario indicar ahí que algunas son más “van- guardistas” que otras. El mito de una evolución en el arte, el cual culminó en los años ‘80 – justamente en el momento en que la cultura del libro co- menzaba a vacilar bajo el efecto del desarrollo de las pantallas –, fue en definitiva arruinado por estas. 2. Mientras que la cultura del libro se esforzó por segmentar las diferentes disciplinas artísticas, la cultura de las pantallas las mezcla. Una bella ilustra- ción al respecto está dada por el mestizaje actual entre la danza, la panto- mima y el teatro. Mientras que estas disciplinas se encontraban mezcladas en la cultura popular (como lo prueba la comedia del arte), la empresa cre- ciente de la cultura del libro, a lo largo de los siglos xviii y xix, las separó hasta darles espacios de puesta en escena distintos, bajo la forma de salas

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=