Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
80 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento De la cultura del libro a la cultura de las pantallas: Nuevas prácticas y nuevas funciones del arte 1 Serge Tisseron A partir del desarrollo de la imprenta, la civilización occidental ha vivido en la cul- tura del libro como los peces en el agua; es decir, sin saberlo. La imprenta impreg- nó nuestras maneras de sentir y de pensar, hasta el punto de confundirlas con la naturaleza humana. Las tecnologías numéricas nos han enfrentado brutalmente al hecho de que existen otras relaciones posibles a la identidad, al tiempo, a los otros, al espacio y a los aprendizajes. Así, de pronto, ya no podemos pensar al hombre, a la cultura, a la enseñanza y a la educación de la misma manera. Que esto nos entristezca o nos complazca, el resultado es el mismo: tenemos que aprender a ver el mundo de otro modo. ¿Quiere decir esto que deberíamos desprendernos de todo aquello que teníamos como adquirido? No, pero la tarea a la cual nos encontramos confronta- dos ya no es fácil. Debemos relativizar todo aquello que asumíamos como absoluto y aprender a navegar entre la cultura del libro y aquella de las pantallas. No es que una pertenezca al pasado y otra al futuro, ya que ambas dan cuenta de capacidades humanas que han existido siempre, desde la noche de los tiempos: el pensamiento narrativo y el pensamiento espacializado. El ser humano inventó el libro como un medio de objetivar y de amplificar ciertas capacidades de su mente y, por lo tanto, de aumentarlas. Luego, inventó las tecnologías numéricas como un medio de objetivar y de aumentar otras capacidades que la cultura del libro había dejado de lado. Ahora bien, la relación al texto y a las imágenes moviliza funcionamientos cog- nitivos y psicológicos diferentes. Estos se encontraban muy intrincados en la cultura oral, pero la invención de la imprenta dio a la relación con el texto, y a los procesos mentales que le están ligados, una importancia desmesurada, al punto que las pri- meras invenciones vinculadas a las pantallas (como el cine o la televisión) se orga- nizaron en torno a referencias al libro. Pero la invención de lo numérico le permitió a las pantallas superar el modelo del libro, anteponiendo otras referencias, hasta el punto que, hoy en día, es posible oponer dos culturas: aquella del libro y aquella de las pantallas. Esta oposición es, sin embargo, efímera: las formidables posibilidades de mestizaje de lo numérico integran progresivamente las referencias del libro en las pantallas, mientras que, en el futuro, bien podría existir una cultura “a través de las pantallas” capaz de integrar ambos modelos. 1 Traducido del francés por Roberto Aceituno.
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