Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

74 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento rre Schaeffer 15 , se refiere a aquella que no tiene intérpretes en vivo, naturales. Es qui- zás la posibilidad menos bio-política de las tres, pues no considera la dinámica del rito del concierto decimonónico, ni contempla procedimientos de inorganicidad de materiales vivos, sino que se manifiesta desde un principio, y en cierta forma trans- parentemente, como la producción de materiales sonoros sintéticos. Obviamente su directa antecesora es la música concreta, la que sí contemplaba la manipulación de materiales por así decir “vivos”, pero ya despojados de su naturalidad al ser converti- dos en “sonidos”, esto es, productos culturales y no meras sensaciones acústicas. Este despojo sucedía por la vía de la captación microfónica, sonda tecnológica cultural que conserva o traduce sólo aquellos componentes de la sensación acústica más im- portantes para la tradición occidental: alturas y duraciones. La espacialidad, la velocidad y las varias refracciones ambientales no eran consi- deradas y, generalmente, no pueden ser captadas de forma eficiente por las membra- nas lineales y planas de los micrófonos. Obviamente, nos acostumbramos a pensar que el sonido captado correspondía al estímulo natural que estaba en su origen, pero un simple análisis y una consideración más rigurosa demostran la falencia de la repre- sentaciónmicrofónica. De hecho, la incorporación de simples tratamientos y efectos, como la reverberación, aumentó aquella sensación de artificialidad del dispositivo, lo cual fue apreciado y valorado por la gente como signo de progreso técnico. Aún hoy existen seguidores de la óptica schaefferiana; en concreto, los investi- gadores y músicos del Groupe de Recherches Musicales de París, quienes operan sin embargo con filtros computarizados, aumentando el efecto artificial del material y haciendo que sus producciones en nada se distingan de las de los músicos directa- mente sintéticos. De hecho, buena parte de los actuales softwares de audio permiten operar en ambos sentidos: transformación mediante filtrajes de materiales concre- tos y síntesis artificial mediante algoritmos y programas de síntesis, como max, pd y csound, entre otros. No parece que estos dispositivos rindan inorgánicos ma- teriales vivos, y si bien pueden expandir los límites humanos hasta cierto punto, pues los auditores siguen oyendo con sus oídos, esto no provoca que ellos “devengan materia”, a condición obviamente de no buscar fruición en la lógica del concierto decimonónico. En los otros dos casos existe un material sintético mezclado con intérpretes en vivo. Allí la cosa comienza a ser más complicada, pues la posibilidad de convertir la obra en un dispositivo biopolítico parece muy probable. Cuando se trata de relacio- nar uno o más intérpretes con una cinta o cd pregrabado, la cuestión se instala en la mecánica entre un ser viviente, orgánico, y su interacción con materiales inorgáni- cos; si bien esto de por sí no genera una condición biopolítica y, después de todo, en 15 Pierre Schaeffer, Traité des objets musicaux (París: Du Seuil,1966), 91.

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