Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
70 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento piedra. “Encantar”, en este último sentido, es justamente “petrificar” o transformar en piedra, es decir en algo inerte 7 , y en ello reside la potencia del “encantamiento”. Pero para poder realizar este prodigio, el cantante debe sacrificar su “aliento vital”, ya que su voz es la que “en-canta”. Hacer gasto de la propia voz, para los medievales gastar el propio vital aliento, era uno de los más altos sacrificios capaz de hacer un ser humano. Por ello, principalmente, el canto era digno de acompañar las más altas funciones mágicas o sagradas, el nacimiento y la muerte. Desde entonces se “cantará misa”, mientras la voz ocupará el espacio más alto de la alegoría musical del Medioe- vo, representando para Boecio 8 y otros tratadistas, como Cassiodoro 9 o el mismo Isidoro de Sevilla 10 , el lugar de la música Humana. El canto no será la única dimensión de lo vital o de lo humano; es sabido que las cuerdas del laúd, de origen árabe, representan en sus colores los cuatro humores esenciales: la bilis, la sangre, el semen y la saliva. Todo buen instrumento tradicional es el lugar de un sacrificio, y sólo en función de ello puede sonar, resonar y encantar. Tripas, maderas, resinas, pieles, semillas y fibras vegetales son, por lo tanto, lugares de transformación de lo “vivo” en “inerte”. Sólo en función de ese sacrificio y de esa “petrificación” puede el instrumento ejecutar música. La música, como el lugar del sacrificio, es otro lugar común de la crítica mu- sical desde tiempos inmemoriales, aunque no por muy sabido es menos cierto, siendo lo que más importa y está menos presente en el imaginario de músicos y de auditores. Tenemos, entonces, tres territorios y tres dimensiones de lo musical para explo- rar con nuestros paradigmas biopolíticos: el tiempo, el cuerpo y el sacrificio. ¿Cómo funciona el paradigma biopolítico? La obra de arte se constituye en un mecanismo de excepción, un dispositivo ma- terial o discursivo que “enfría” la idea de representación, anulando la misma posi- bilidad “aurática” en la procesualidad objetiva y distante, maquinal y automática, reproducible y reproductora. Este enfriamiento suspensivo se opera desde el exceso híper-real o desde el potenciamiento inverosímil del estatuto normal de lo real. El aspecto mimético, entonces, es asumido como un correlato de lo real-posible y de lo real-imposible. El límite humano es percibido y presentado como una posibilidad entre tantas, expandiendo y re-construyendo su retórica en nuevos ejes perceptivos, 7 Marius Schneider, Il significato della Musica (Milán: Ruscon, 1979), 27-28. 8 Boecio, Los Tratados Silogísticos. De Syllogismo Categorico & Introductio Ad Syllogismos Categoricos (San- tiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 2011). 9 Casiodoro, “De Institutione Divinarum Litterarum,” en Jacques Paul Migne (comp.) Patrología Latina , vol. 70 (Paris: Venit Apud Editorem, 1865), 1105-1149. 10 Isidoro de Sevilla, Etimologías (Madrid: BAC, 2004).
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