Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

Paradigmas biopolíticos en la producción de música contemporánea / Jorge Martínez – 67 Dicha dinámica será la expresión de una potencia múltiple y heterogénea de resistencia y creación, la cual pone en cuestión todo ordenamiento y toda regulación que sea exterior a su constitución. El nacimiento de los biopoderes como la nueva frontera de acción del sistema sobre la vida, así como la redefinición del problema de la soberanía y el aparente estatuto de autonomía del arte, se articulan en esta dialéc- tica de dominación y expropiación de lo viviente y de su transformación en campo de acción de máquinas de afección/dominación. Coordinar y dar una finalidad son las funciones de una biopolítica que se funda en el preciso momento en el cual se confunden e integran las diferentes maneras de ser sujeto económico y sujeto político. Ello fuerza la biopolítica a una inmanencia cada vez más extendida de sus tecnologías de gobierno de la sociedad, y es precisa- mente este imperativo biopolítico el que obliga al poder a desdoblarse en dispositi- vos complementarios y, a la vez, incompatibles, los cuales se expresan en una integra- ción de la lógica del biopoder con aquella del poder soberano. Es posible leer, entonces, el desarrollo de la biopolítica como la necesidad de orga- nizar una coordinación inmanente y estratégica de las fuerzas en el campo, a través de una condición donde el poder soberano articula y actúa “ciego y estéril” sobre el cam- po de la vida misma. Libertad estratégica y resistencia, en una dinámica de los cuerpos que ven en la abolición de la libertad y la autonomía de los otros la condición de la propia existencia y autonomía. El poder, en consecuencia, es ejercido por cada fuerza de la sociedad, y pasa por los cuerpos no en razón de una calidad de potencia intrín- seca del poder soberano, sino porque las fuerzas son las potencias del cuerpo mismo. En ello, el arte juega una sutil condición de máquina de afección, que integra y desarticula los cuerpos y su naturaleza orgánica en una mecánica sumisión a la retórica del dispositivo; pero, al mismo tiempo, esos estados de dominación son cru- zados por una capacidad de resistencia que nace de la misma dinámica biopolítica, bajo la misma lógica de expresión de una diversidad vital que reconstruye y particu- lariza los mecanismos de adhesión. Informar y reprimir podrían, a la sazón, ser temas de la lógica biopolítica en el campo del arte y la reproducción simbólica: informar en el doble carácter que puede asumir el concepto de “comunicar/integrar” y de “meter en una forma o molde”; y reprimir como la manera práctica de consumir la vida misma allí adonde se genera, sean pulsiones y gestos de lo viviente en tanto mecanismos integrados de una vida inorgánica, bajo el entendido de que la nueva materia así producida no engendra ni porta derechos naturales o intrínsecos, cuando no sean la desnuda exposición de sus poderes de existencia que, a su vez, son condición reproductora de sumisiones del otro y, por ende, inestables. Esta es la lógica de una vida desnuda, vida que habita el espacio ambiguo de la hibridez orgánica/inorgánica, vida diseñada y reproducida como una virtualidad biológica.

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