Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
Del artista Soberano y del arte como goce de la desinhibición / Rodrigo Zúñiga – 61 Goce 8 se place en las delicias de la desinhibición y de la unilateralidad. Puede, en último término, demarcar cualquier cosa como arte pues, en nombre del Arte , vir- tualmente todo puede ser incorporado a esa demarcación. Y si se dice demarcación es precisamente para constatar la cercanía con la marca de la Ley – la signatura que incorpora al espacio del arte toda clase de territorios y ámbitos de la experiencia, por ajenos o improcesables que ellos nos parezcan. “El arte contemporáneo – escribe Nathalie Heinich – no sigue una conducta iconoclasta que apuntaría a destruir el arte […] por el contrario: sigue una conducta iconólatra { iconolâtre }, adoradora del arte, consistente en otorgarle todo, en exigir su extensión a la totalidad del mundo” 9 . Arte total , entonces: pero no tanto aquel que se vierte diseminándose por el mundo, integrándolo y reduciéndolo a un valor “estético”, como aquel que emana de la reser- va soberana del artista en el goce de su desinhibición auto-concedida. Si para Freud la creación artística permitía el acceso al recurso significante en el trabajo del incons- ciente y, simultáneamente, la mitigación sublimadora de la pulsión 10 , en la época del Artista Soberano el arte promete, por así decir, liberar al sujeto de la necesidad de renunciar a su deseo. En otras palabras, el artista Soberano nos pone en camino de la superstición de un sujeto plenipotenciario. Tres Es revelador el hecho de que la figura del artista Soberano haya acompañado el pro- ceso de desintegración de las formas de autoridad (patriarcal) en el mundo contem- poráneo. Y es que, justamente, en el repliegue de la autoridad tradicional se desplie- ga al máximo su doble inquietante: el superyó. Hace algunos años, Zizek observaba que “el goce { jouissance } contemporáneo no tiene nada de espontáneo, sino que surge más bien como un imperativo del superyó. Como Jacques Lacan lo señaló en varias ocasiones, la orden definitiva del superyó es: “¡Goza!’” 11 . Parece inevitable ha- cerse eco de esta observación de Zizek ante las muchas “manifestaciones artísticas” que se pretenden rupturistas más allá de todo límite, y que, finalmente, no hacen más que reproducir su propio sometimiento a la orden del superyó – es decir, al absoluto yenne: Maren Sell Éditeurs, 2006), 257. 8 Sobre el particular, cf. Rodrigo Zúñiga, La demarcación de los cuerpos. Tres textos sobre arte y biopolítica (Santiago: Editorial Metales Pesados, 2008), 92 ss.; y Rodrigo Zuñiga, Estética de la demarcación. Ensayo sobre el arte en los límites del arte (Santiago: Ediciones Departamento de Teoría de las Artes, Universidad de Chile, 2010). 9 Nathalie Heinich, Le triple jeu de l ‘art contemporain (Paris: Les Éditions du Minuit, 1998), 171-172. [La traducción es nuestra] 10 Cf. Sigmund Freud, “El creador literario y el fantaseo,” en Obras completas de Sigmund Freud , vol. 9 (1908[1907]; Buenos Aires: Amorrortu, 1992), 123-135. 11 Slavoj Zizek, Le spectre rôde toujours. Actualité su Manifeste du Parti communiste (Paris: Éditions Nau- tilus, 2002), 28 [La traducción es nuestra]
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