Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

60 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento manchados con semen 4 . Y en estas variantes de humor hardcore recordaríamos quizá a Gianni Motti, quien se hizo conocido en los años ’80 con su serie de disparatadas “Rei- vindicaciones”, a la usanza de los grupos subversivos (por ejemplo, la reivindicación del terremoto grado 7,4 en la escala de Richter que azotó a California en junio de 1992) 5 . Por otro lado, sería inevitable para estos propósitos mencionar a Santiago Sierra, quien nos ha proporcionado uno de los ejemplos más logrados y, por lo mismo, más proble- máticos de la figura del artista Soberano. De hecho, pareciera que el objetivo central de la obra de Sierra consistiera, precisamente, en asumir el rol de agente de interdicción simbólica (el soberano, o sea, el Padre), personificando el derecho privativo al goce por medio de una transacción económica, en la que los sujetos que forman parte de sus intervenciones quedan depuestos temporalmente, para ser reducidos a materiales de libre disponibilidad, a cuerpos-zonas “de libre tránsito” para la perversidad del artista 6 . No se trata, empero, de caracterizar descriptivamente al “artista Soberano”, sino de reconocer en él un punto de arribo (del arte post-vanguardista) y, a la vez, un pun- to de emergencia (de cierto accionar biopolítico del arte). El hecho de que un artista pueda, eventualmente, ejercer soberanía en nombre del Arte , operando sobre la base y las garantías de la excepcionalidad, nos pone en un trance cultural bastante comple- jo. Es una situación llamativa: significa que cierto arte opera ya no desde el privilegio estético ni desde el buen o mal gusto, ni siquiera, digamos, desde la excelencia formal, sino desde la mera legitimación como tal: arte en nombre del Arte . Y esa sería su forma de sobrevivencia: a la clásica tesis hegeliana opondríamos, entonces, una tesis ya no de la muerte sino de la prolongada agonía del arte o, si se quiere, del ingreso del arte en el Arte (con mayúsculas): el Arte como Institución Simbólica – como Ley, como nom- bre del Arte . Esto explicaría por qué aquí se concentra uno de los motivos de mayor controversia en la cultura de nuestro tiempo. Virtualmente, en nombre del Arte , todo puede suceder. Lógicamente, ante la posibilidad de la excepción permitida (la inmu- nidad ética y estética) nos situamos en un núcleo de reflexión sobre el malestar y los destinos del malestar. Dos Parafraseando a Peter Sloterdijk 7 , diríamos que este Artista Soberano/Padre del 4 Por ejemplo, Philippe Meste, Aquarelles , 1995-2000. Páginas de revista, manchas de semen. Colec- ción privada. 5 Gianni Motti, Revendication, terremoto, Californie , 1992. Fotografías sobre aluminio, recortes de prensa, dibujos. Galerie Perrotin, New York, USA. 6 Por ejemplo, Santiago Sierra , Contratación y Ordenación de 30 Trabajadores Conforme a su Color de Piel , 2002. Intalación artistica. Personas contratadas (proyecto filmado y fotografiado). Kunsthalle Wien, Viena, Austria. 7 Cf. Peter Sloterdijk, “Le monde dense et la désinhibition sécondaire: du terrorisme consideré comme un romantisme de l’agression pure,” en Le Palais de cristal. À l’intérieur du capitalisme planétaire (Ma-

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