Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

Del artista Soberano y del arte como goce de la desinhibición / Rodrigo Zúñiga – 59 Del artista Soberano y del arte como goce de la desinhibición Rodrigo Zúñiga Uno Nuestra época parece cautivada por la exención y por la inmunidad ética del arte. Hoy en día arrecia sobre nosotros, como una amenaza, la figura problemática, inquietante, de un artista Soberano y Padre del Goce; un artista que estaría facultado para hacer, promover o ejecutar cualquier cosa , sea lo que fuere, en nombre del Arte . En el decir de Jean Clair, y en referencia a un arte de la inmundicia y la degradación, hay un tipo de producción artística “que pone en escena su propio abandono” 1 . Por nuestra parte agregaríamos que hay una zona en la práctica del arte, un margen, un extremo, que propende a una violencia inusitada, desnuda. En esa zona campea el artista Sobera- no, investido de inmunidad. Por “artista Soberano” hacemos referencia a una figura emergente, que hemos podido discernir a lo largo de décadas de rupturismo estético; figura fantasmática de privilegios y prerrogativas que nos confronta a la paradoja de que el mismo arte haya derivado, finalmente, en un lugar escogido para el problema biopolítico de la soberanía. ¿Exhibir cualquier cosa en nombre del Arte? La lista de ejemplos sería intermina- ble y, evidentemente, nos llevaría por vías diversas y por discusiones que habría que plantear con cuidado, pues necesariamente supondrían profundizar en poéticas de obra, en humores y en abyecciones, en significantes, en estrategias extremas. Permí- tasenos un rápido rastreo al azar. Se puede pensar, por ejemplo, en la instalación que Teresa Margolles presentó en el Pabellón de México de la Bienal de Venecia , el año 2009 ( “ ¿De qué otra cosa podríamos hablar?”), consistente en un montaje con tra- pos rehidratados que contenían restos de sangre y manchas provenientes de escenas de matanza ligadas al narcotráfico 2 . O quizá recordar uno de los trabajos escultóri- cos más conocidos de Maurizzio Cattelan, donde se exhibía a un grupo de tres niños ahorcados pendiendo de un árbol a mediana altura (los niños, afortunadamente, eran muñecos de resina y fibra de vidrio) 3 . También podríamos traer a colación a Phillippe Meste, quien ha producido amenazadoras máquinas suicidas, arpones a propulsión elástica y “acuarelas” en las cuales los rostros de famosas modelos internacionales son 1 Jean Clair, De Immundo. Apophatisme et apocatastase dans l’art d’aujourd’hui (Paris: Galilée, 2004), 25. 2 Teresa Margolles, ¿De qué otra cosa podemos hablar?, 2009. Instalación. Manchas de sangre sobre tela. Bienal de Venecia, Venecia, Italia. 3 Maurizio Catellan, Sin nombre , 2004. Escultura. Resina, fibra de vidrio, tela. Bienal de arte contempo- ráneo, Sevilla, España.

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