Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
50 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento actividad psíquica correspondería a una especie de “antes” somático, porque no se trata de que, habiendo existido el cuerpo en el origen, “luego” habría venido lo psí- quico a la existencia, sino que el cuerpo deviene dinamismo psíquico . Es precisamente lo que sugiere Freud: “los procesos anímicos son, en sí y por sí, inconcientes, y los procesos concientes son apenas actos singulares y partes de la vida anímica total” 13 . En esto consistió, en lo esencial, el descubrimiento de lo inconsciente . Lo que este concepto viene a explicar es el hecho de que la vida individual del yo consciente es la sede de un conflicto que sólo se puede sobrellevar desde la creencia en la soberanía de una conciencia autónoma. Pues bien, la persona es la ficción de la soberanía del individuo. Señala Esposito: “[p]ersona es lo que mantiene una parte del cuerpo sometida a la otra en la medida en que hace de esta el sujeto de la primera” 14 . Debido, pre- cisamente, a que el ejercicio de la soberanía requiere de una realidad trascendente sobre la cual ejerce el sujeto su poder de decisión, una división dual interna se nos presenta como siendo inherente a la subjetividad individual. Persona es el sujeto que ha vencido o sometido algo en sí mismo ; pero, por lo mismo, ello no puede implicar la aniquilación de esa alteridad, porque se trata siempre de un poder en ejercicio 15 . La paradoja es que el sujeto se conquista a sí mismo como persona separándose de sí mismo , pero ello no puede ocurrir de una vez y para siempre, porque el sujeto hace suya la ley en un ejercicio sin solución de continuidad. Dado que la soberanía que define a la persona consiste en un ejercicio de sometimiento interno, en virtud del cual el sujeto se hace de su cuerpo, dicha soberanía consistirá en el derecho a hablar en nombre de otro en el sujeto : el proceso de convertirse el ser humano en persona; es decir, el cierre autorreflexivo constituyente de la subjetividad es el punto de conquis- ta de la soberanía del sujeto, la instancia a partir de la cual puede decir “yo” y hablar desde esta unidad intangible. Esto debido a que el sujeto-persona es, precisamente, el producto de ese ejercicio de dominio. Desde inicios del siglo xx, las artes han explorado, con un importante coefi- ciente de negatividad, los procesos de constitución de la subjetividad individual. El individuo se nos ofrece en estos casos como el producto de una mala solución a la experiencia de lo Real. Consideremos un ejemplo literario: la novela Mano de obra , de Diamela Eltit 16 , es una reflexión acerca de los mecanismos subjetivos de sobrevi- vencia de la identidad “psicológica” en el tiempo del neoliberalismo, en donde las prácticas de la economía de mercado hacen corresponder entre sí – con una “secreta” 13 Ibíd. , 19. 14 Esposito, Biopolítica , 65. 15 ¿Cómo puede la subjetividad del individuo hacerse trascendente a sí misma, en cuanto que se iden- tifica con la parte que somete, enajenando la parte sometida? 16 Diamela Eltit, Mano de obra (México: Fondo de Cultura Económica, 2004).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=