Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

La experiencia agotada / Sergio Rojas – 49 bido, justamente, a que la conciencia opera como un cierre de la subjetividad sobre sí misma, un cierre que hace posible la disposición de ésta hacia la trascendencia de una “exterioridad”. El punto de cierre de la subjetividad consistiría, entonces, en la originaria subjetivación del cuerpo . En esto consiste la intuición epistemológica fun- damental del psicoanálisis freudiano. Lo que interesa señalar aquí es la anterioridad de la vida consciente, la cual – desde el psicoanálisis – pone en cuestión a la anterio- ridad trascendental que es propia de la filosofía del sujeto en la tradición del cogito . En efecto, para la filosofía crítica las formas y categorías puras posibilitan la corres- pondencia a priori entre la sensibilidad y el entendimiento respecto a esa X que es el mundo por conocer. Así, la realidad del mundo de la experiencia está de antemano dispuesta para su manifestación como fenómeno, nada se oculta tras la manifesta- ción del mundo. A diferencia de Kant, para el psicoanálisis la anterioridad de la con- ciencia se inscribe en la vida de ésta. Dicha anterioridad no es forma ni posibilidad, sino la totalidad de cuanto ha acontecido en la vida psíquica de un individuo; no se trata sólo del proceso psíquico que da origen a la conciencia individual, tal como la encontramos en el presente de una biografía cualquiera, sino también que la vida psíquica es ese proceso, la historia de la conciencia está totalmente contenida en sí misma. En El malestar en la cultura, Freud afirma que “en la vida anímica no puede sepultarse nada de lo que una vez se formó” 11 . Una afirmación, sin duda, tremenda . En las conferencias que entre 1915 y 1917 Freud dirigió a profesionales de la me- dicina, exponiendo sus hallazgos, señalaba: “Se les ha enseñado a buscar un funda- mento anatómico para las funciones del organismo y sus perturbaciones, a expli- carlas en términos de física y de química y a concebirlas biológicamente, pero ni un fragmento del interés de ustedes fue dirigido a la vida psíquica que, no obstante, corona el funcionamiento de este organismo maravillosamente complejo” 12 . En el marco del problema que aquí tratamos, estas consideraciones son especialmente im- portantes pues, en efecto, no se trata de privilegiar simplemente lo psíquico “sobre” lo corporal (lo cual supondría en gran medida la identificación de lo psíquico con la actividad consciente) sino, precisamente, de lo contrario; a saber, que el funcio- namiento del organismo culmina en lo psíquico . El problema que conduce a Freud a esta formulación consiste en que el cuerpo no podría operar en lo psíquico – de manera de dar cuenta de ciertos comportamientos racionalmente inexplicables – si se tratara de una realidad simplemente exterior a este. El cuerpo sólo puede actuar psíquicamente en la medida en que ha participado en la misma producción de lo psíquico. Ahora bien, de ser esto así, sería forzoso pensar que prácticamente toda la 11 Sigmund Freud, “El malestar en la cultura,” en Obras Completas de Sigmund Freud , vol. 21 (1930[1929]; Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1992), 70. 12 Sigmund Freud, “Conferencias de Introducción al psicoanálisis,” en Obras Completas de Sigmund Freud, vol. 15 (1916[1915]; Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1991), 17.

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