Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

44 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento La supervivencia del nervio crítico del arte parecería depender de sus posibilidades de recuperar el impulso subversivo de las vanguardias. Es un desafío complicado, una salida desesperada: la única avizorable dentro de la tradición del arte. Una nue- va utopía, claro. Quizá la dificultad mayor de esta propuesta no consista sólo en la tarea de subsanar los pecados de las vanguardias (mesianismo, elitismo, formalismo, ostracismo), sino también en la de rectificar principios y corregir estrategias. Las básicas maniobras de choque han sido decomisadas por el adversario: la oposición transgresora y el experimentalismo innovador, así como el impacto, el escándalo y la obscenidad, han sido tomados y domados por las pantallas, las vitrinas y los es- cenarios globales. Han devenido primicia, novedad o evento. Se han convertido en anuncio, eslogan, show mediático. La disidencia vende, vende lo marginal. Todo lo que asombra, excita o conmueve, vende. Vende en cuanto su conflicto se consume en su propia exposición, en cuanto pueda ser saldado y no deje residuo, sombra o falta 10 . Las imágenes no firman con su propio nombre – aunque lo tienen – , viven presta- das, aguardan en otros paraderos retornar a los lugares iniciales, pero estos ya han sucumbido a la velocidad y los intercambios. Ni el arte ni el museo ni la industria cultural pueden evitar esta declinación; sin embargo, el arte intenta conmover y desplazar símbolos en una sociedad herida por su creciente mercantilización, hasta golpearse con la paradoja y la ironía de su gesto estético: “Ninguna obra de arte tiene unidad perfecta: cada una ha de fingirla, por lo que colisiona consigo misma” 11 . Las imágenes se instalan en el horizonte cultural de diversos modos; en unos revocan las cosas y rompen las significaciones lineales, en otros se mezclan con las tradiciones y tienden a reafirmar lógicas autoritarias, promueven nuevos rituales de la memoria o bien la reducen a una estética funcional, dedicada a reafirmar altares y famas. Entre la adulteración, lo testimonial y lo reflexivo, las imágenes han fo- mentado una heterogénea discordia sobre la realidad y sus dimensiones. Los len- guajes estéticos y políticos han sido predominantes en la configuración moderna y son capaces de elaborar nostalgias programadas, futuros decisivos o incertidumbres abusivas. Sin embargo, es posible distinguir a la imagen política como un anhelo de totalidad y a la imagen artística como un ejercicio de ambigüedad. ¿Qué comparten? ¿Cómo se agarran del cuerpo, la muerte y la lengua? Está consagrada la relación en- tre ambas, pero permanece muda o inexpresable la conjunción solidaria de su tiem- po. Sería intimidante creer en la existencia de una explicación contundente sobre su vínculo; más bien una dialéctica en suspenso sin formas conclusivas, en formación, sin destino, interrumpiendo la serenidad de los predicados, alimenta una relación 10 Ticio Escobar, El arte fuera de sí (Paraguay: Fondec, 2004), 201-202. 11 Adorno, Teoría , 144.

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